Con la imagen de
los imponentes moais aún en la retina, nos dirigimos a la costa norte.
Necesitamos diluir la contundente solidez geológica de las estatuas en la
visión de una inacabable extensión de agua. En el camino paramos a visitar el mayor
grupo monumental de toda la isla (Tongariki), situado de espaldas a un gigantesco acantilado. Moais que
consiguieron emerger totalmente del
basalto y llegar hasta este altar, cabezas de diferentes tamaños que continúan
en un cuerpo proporcional y que, como si se tratara de un ejército de peones de
una partida de ajedrez mítica, miran al frente dispuestos a avanzar implacables
sobre nuestra fragilidad y nuestro vacío. Necesitaremos mucho océano para
desteñir esta imagen tan sobrecogedora.
Llegamos a la playa de Anakema
(la única playa practicable como tal en la isla, el resto de la costa es abrupta
y poco acogedora) mientras intentamos localizar la playa anterior, la de Ovahe,
que según la guía tiene la arena de un especial color rosado procedente de la
meteorización de la escoria volcánica.
Aparte de una
playa paradisiaca, en Anakema nos aguardan otras sorpresas: una plantación de palmeras procedentes de Tahití, otro altar de moais, tres lugareñas que salen de
darse un baño a pesar de la lluvia, y un grupo de fantasmas que resultan ser turistas
con chubasqueros blancos. Dos pequeños volúmenes de arena van a parar a unos
frasquitos que, a partir de septiembre, formarán parte del material de geología
de mi instituto juntamente con unos magníficos fragmentos de obsidiana que
encontraré al día siguiente durante una excursión por la otra esquina de la isla.
Una playa tropical
no siempre es un lugar idílico para bañarse y evadirse de la estresante
vida occidental. Esta playa es mucho más. Un baño en estas aguas es una
inmersión en lo más oscuro de la historia de la humanidad. Me quedé con las
ganas de parecerme a esas tres mujeres que acababan de bañarse en Anakema y no
mostraban ningún miedo a entrar en contacto con toda esa energía. Pero no me atreví
a desnudarme y a entrar en el agua. Continué con el anorak puesto y tomando
fotos con mi cámara, como una cobarde que cree saberlo casi todo.( Continuará)
Siempre interesantes tus comentarios Paz
ResponderEliminarMe interesa que le interesen a personas interesantes como tú, Paloma. Gracias por el adjetivo que me has regalado y que lo acabo de desgastar totalmente.
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