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miércoles, 26 de junio de 2013

Oficina de objetos perdidos


Fue uno de los trabajadores del Metro quien lo encontró. Muy temprano, al abrir la verja que lleva a los andenes. Notó un movimiento impreciso, como una sombra, y pensó que sería un perro o un mendigo que se hubiera quedado encerrado adentro la noche anterior. Le persiguió escaleras abajo y pudo ver un cuerpo sin pigmento, escurridizo y leve, que se deslizaba entre el suelo y las paredes de la estación solitaria. Cuando parecía que iba a perderlo en el interior del túnel, algo en el suelo, de naturaleza adhesiva o rugosa, detuvo al insólito ser. Frenó bruscamente y toda su materia rebotó con temblores de gelatina. Se enroscó sobre si mismo protegiéndose de todo lo que fuera sólido, luminoso o estridente, y dejó escapar un gemido que parecía proceder de otro mundo.
Lleva ya dos días en la oficina de objetos perdidos del Metro. A su lado un paraguas, un reloj, un móvil y un sombrero mejicano. Mueve sus extremidades nervudas tras el cristal. Sus ojos traslúcidos y tersos aun brillan con la esperanza de que alguna de las muchas criaturas pálidas como larvas que pueblan por las noches la Barcelona subterránea le perdone la terrible imprudencia de haberse demorado hasta la madrugada, y acuda urgentemente a rescatarlo.


Este microrrelato fue incluido en la antología Mar de Pirañas, de la editorial Menoscuarto.
Fuente ilustración: Alice Vegrova 


viernes, 21 de junio de 2013

Cómplices


 Cuando subió la persiana, la luz avanzó decidida hacia el espejo, despertándolo de su largo sopor veraniego. El espejo reaccionó con eficacia, devolviendo los haces de claridad hacia el espacio recién iluminado.
Al topar  con el cuerpo opaco de la niña, lo envolvió, detectó sus límites y comenzó a acariciar su  silueta sobre un  fondo de partículas que  flotaban perezosas en el aire. Una vez dibujado el perfil, nuevos rayos de luz  empujaron los contornos de vuelta hacia el espejo. Un raro temblor, como de aguas que se expanden, recorrió su superficie fría y lisa. La lámina fue fiel,  aunque confundió como siemprela izquierda y la derecha. Pero en el fondo de sus ser, allí donde se produce  el diálogo constante de la luz con el metal, no aceptó la nueva versión, llena de volúmenes recién estrenados,  de esa criatura que conocía desde hacía doce años  y que ese Septiembre volvía diferente , con el cuerpo desajustado  y el alma mareada.

La fiereza de sus ojos le confirmó que ella tampoco se resignaba a  esa sorprendente transformación que le había sobrevenido sin su consentimiento.


Con este texto he participado en la edición de Junio de "Esta noche te cuento", http://estanochetecuento.blogspot.com.es/ , con el tema "En el espejo"

martes, 18 de junio de 2013

¡Cateado!


Si me lo llegan a contar, aparte de partirme el pecho, no me lo hubiera creído. Pero me pasó a mí. ¡A mi! Uno no debería creer en la mala suerte, pero hay cosas que te hacen perder la fe en las leyes  de la estadística para empezar a ser un defensor a muerte de las de Murfi.
Me curré una portada fantástica. Con fotos y letras sombreadas. Lo llevé a encuadernar a una copistería. Entregué el trabajo dentro del  plazo fijado. Ni siquiera lo imprimí directamente, no hice un copiar-pegar, sino que  perdí el tiempo pasándolo al Word para poder así cambiar algunos detalles y darle un toque más “personal”. Antes de entregarlo me lo leí de arriba abajo para ver como quedaba, y de paso  para recordar de qué iba la historia.Para colmo, en la opinión personal dije que me había parecido muy interesante y felicité al profesor por elegir unas lecturas tan adecuadas a nuestra edad.Si lo llego a saber  le hago la pelota yo  a ese plasta, lo tiene claro…Pasé el corrector y, tal como imaginaba, no había ni una sola falta de ortografía.
Hice muchísimo más de lo que hacen mis compañeros habitualmente, de lo que yo mismo suelo hacer. Y a ellos  los han aprobado, aunque sus trabajos seguro que eran una mierda, llenos de faltas, de chorradas y de tópicos. La única diferencia fue que tuve muy mala suerte. Imposible tener peor suerte, la verdad. ¿Cómo podía yo saber que el documento que me bajé de elrincóndelvago sobre la novela que teníamos que leer, precisamente ése archivo- y  mira que habían donde elegir-  lo había subido a esa puñetera web el mismísimo  profesor que me daba castellano?

                     

La foto , como casi siempre , de Elías Ruíz Monserrat , ¡Gracias!
Con este texto quiero recordar que me hacen falta historias "extraordinarias"que pasen en las aulas, para el libro que estoy escribiendo con Jordi de Manuel. Si alguien se anima a contarme alguna que me escriba un mail privado. 


jueves, 13 de junio de 2013

Aromas

                                                                                                                    Collage de Pilar Mandl 
Esta mañana, sin buscarlo, en la tienda de cosméticos Arancha recupera el perfume de esos polvos para la cara que tenía la abuela Martina en su habitación. Daba gusto olerlos. Todos los domingos, cuando  iba a comer a casa de la abuela  , ella se deslizaba hacia la habitación de los  abuelos, abría el armario , se subía a un taburete, se retiraba la melena de color miel y acercaba la nariz al estuche nacarado, esnifando profundamente algo parecido a la gloria.Cogía la almohadilla por el lado de raso y untándola en los polvos rosados, la posaba sobre sus pómulos y la frotaba hacia las sienes. Después dejaba todo en su sitio y se encerraba en el baño para comprobar el efecto ante el espejo.
En el cuarto de baño continuaba la orgía de olores y sensaciones : el calor desmesurado de la calefacción, el aroma a colonia de lavanda, a jabón Heno de Pravia , y las toallas de colores suaves y esponjosos.
Siempre había algún pañuelo adherido a las baldosas de la pared. La abuela tenía una buena colección de pañuelos, moqueros y de cuello, que seguían una ruta diferente al resto de la ropa. Los lavaba a mano en el baño con unas pastillas de jabón de color caramelo y los estiraba por las cuatro puntas contra la pared hasta que el calor perfumado los secaba y, desafiando las leyes de la gravedad, los mantenía allí hasta que la abuela los recogía, los doblaba y los guardaba sin planchar.
Arancha, a veces, tentaba esa adherencia tocando con las yemas de sus dedos el borde engrosado de uno de los cuatro vértices del pañuelo, que luego volvía a pegar con una puntita de saliva.
Cuando le llamaban a la puerta, preocupados por la tardanza, la niña salía de su burbuja hacia un pasillo que olía a consomé, como sale ahora de su aureola de recuerdos cuando la dependienta, extrañada de que esa mujer lleve tanto rato oliéndose el dorso de la mano, le pregunta si puede ayudarle en algo. Arancha recoge los pañuelos, los polvos y los espejos y se dirige con paso impreciso hacia la áspera realidad, dispuesta a seguir con su vida: esa larga secuela, ese accidente geográfico que se originó en la caldera de fragancias y tibiezas de la casa de la abuela Martina.

jueves, 6 de junio de 2013

Para nombrar el universo


Por fin ha llegado el momento en el que el guerrero adolescente es abandonado a su suerte. Ahora ha de enfrentarse -en soledad y a la intemperie- a todos sus miedos, y demostrar que ha aprendido las habilidades que durante tantos soles practicó con el chamán. Si posee el instinto y la raza superará el ritual y accederá al complejo conjunto de señales con el que sus mayores nombran el Universo.
Tiene sueño, casi no ha comido, lleva la cabeza rapada y el cuerpo tatuado con sus símbolos. Para enfrentarse a lo que le espera tan solo le está permitido usar un arma. 
Segregando adrenalina, confía en su coraje y se adentra en el texto de lengua castellana, abriéndose paso con su bolígrafo entre las frondosas metáforas de la primera de las pruebas que va a tener que superar durante los tres días de supervivencia en el tupido paisaje de la Selectividad. 





Este microrrelato quedó finalista en el  IV Concurso de Microrrelatos Caja de Avila (2011), y fue incluido en un libro digital juntamente con el relato ganador y los otros ocho finalistas, ilustrados por artistas locales, en mi caso Eduardo Palacios ( gracias , quienquiera que seas, me gustó tu dibujo )

Lo dedico a todos los alumnos y ex alumnos que he preparado para la selectividad en mis años de docencia.