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viernes, 25 de enero de 2013

Cómo ponerse unas medias



En un burdel de París 



Mientras esa mujer siga, frente a Monsieur Lautrec, deslizando la media negra en su interminable ascenso con la misma calma y precisión con la que se ajustaría una horquilla en su peinado, nuestra ignorancia sobre lo que es la intimidad seguirá intacta.


Yvette

Al pintor le entusiasmaban las bailarinas, el alcohol, el fulgor mortecino de los burdeles y la enigmática anatomía de los caballos. No tuvo más que dejar envejecer a Yvette Guilbert para encontrar el objeto más perfecto que la naturaleza le pudiera ofrecer a su obsesivo pincel. 




viernes, 18 de enero de 2013

Un cuadro del agrado de Hitler



La sobrina de Adele Bloch-Bauer, María Altman, tiene los mismos ojos tristes que su tía en el retrato pintado en 1907 por Gustav Klimt, en el que posa con ese vestido incongruente y dorado como una cúpula otomana. La heredera es en la actualidad una aristocrática  anciana con la cara cincelada y los ojos vencidos.

María Altman  consiguió, después de un largo litigio, recuperar el cuadro expoliado por los nazis a sus antepasados. Una vez lo tuvo en sus manos no se le ocurrió un gesto más noble que subastarlo por más de 100 millones de dólares. El nuevo propietario, un magnate neoyorquino dedicado a la industria de los cosméticos, quedó muy satisfecho con la transacción y la octogenaria “muy emocionada”,  según confesó en la rueda de prensa posterior a la subasta.

Desde entonces la melancólica  Adele Bloch-Bauer posa en alguna importante pared - siempre joven, siempre triste y amarilla- rodeada de cosméticos, mientras su sobrina acumula toda la humillación de sus antepasados en una caja fuerte mostrando una avaricia casi a la altura de la que tuvo Hitler al pretender erigir, con los cuadros robados, el museo más deslumbrante del mundo.


lunes, 7 de enero de 2013

Dans le lit



El punto de vista es difícil, como si la escena estuviera dibujada desde la perspectiva de un perro- quizás el de la chica-que quisiera subirse a la cama y avisarles del peligro. La colcha grita con sus  pigmentos imposibles y la luz de la ventana acaba de romperse en mil pedazos mientras los durmientes reposan totalmente ajenos a la pasión de esta pintura aparentemente tan desapasionada.