Publicaciones

sábado, 13 de febrero de 2021

Señales

 

                                                                               Helene Schjerfbeck


Mi madre tenía un don especial para ver señales donde nadie más las percibía. La realidad le hablaba en un lenguaje que sólo ambas −ella y la mismísima realidad− entendían.

Un día afirmó que la vecina del edificio de enfrente había recaído. Nadie se lo había dicho. Lo gritaban las lánguidas flores de su balcón, antes tan orgullosas. Nosotros sonreímos con cierto desdén. Más adelante nos enteramos de su fallecimiento.

 Después ocurrió lo suyo.

 Aquella tarde, mientras conducía hacia el hospital, explotó ante mí un atardecer insólito, eléctrico, impresionista. Lo achaqué al viento del norte. Tampoco supe interpretar la ausencia del gorrión en el camino de acceso. Pensé que por fin habrían pasado los de la limpieza a recoger aquel pequeño y molesto cadáver. Ni el cansancio antiguo que me sobrevino al subir las escaleras. Demasiada tensión acumulada, me dije.

 Con paciencia infinita, esperó a que cerrara la puerta. A que nos quedáramos a solas. A que acabara de contarle de todos y de todo. A que me sosegara y la mirara con atención. Solo entonces, comprensiva con mi ceguera ante el despliegue de señales, me avisó. Trató de comunicarme, con la respiración cada vez más débil y desde su coma profundo, que había llegado el momento de decirnos adiós.



Helene Schjerfbeck