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jueves, 19 de abril de 2018

El verdadero rostro



Fotografía de Cate Blanchet hecha por Annie Leibovitz. Tomada del blog de Esta noche te cuento


Tú no quieres ir. No crees en brebajes, sangrías o fórmulas mágicas. Nada te asusta más que entregarte con pasividad a una intromisión. Pero estás desesperada, y acudes a él. Después de someterte a sus rituales,  aquel que tienen en sus manos tu destino y tu dolor, quien conoce lo que tú solo adivinas,  te envía con una tarjetita y una recomendación a otro de su especie. Y resulta que en ese lugar, sin necesidad de recurrir a ninguna bola de cristal, te muestran tu futuro. Entretejido con tu presente y tu pasado. Descubres la imagen genuina de tu ser, sin caretas ni disfraces. Sonrisa encantadora o mueca absurda. Un retrato de tu esencia para toda la eternidad, con sus recovecos, sus abalorios y sus amalgamas. El oro y el  plomo de una vida, pura alquimia y metamorfosis.
Una vez vislumbrado tu verdadero rostro en la ortopantomografía que te solicitó el dentista, ya nada es igual.

Con este relato participo en la convocatoria actual de Esta noche te cuento, basada en esta fotografía

viernes, 6 de abril de 2018

Muñecas





¡Os tengo dicho que no les cortéis el pelo a las muñecas!
Ellas dos ya están escondidas en la habitación, aguantándose la risa, traviesas y cómplices. La pequeña con una sonrisa desdentada y con el pelo lleno de trasquilones allá donde antes ondeaba su melena color miel, tan alabada por todos. La mayor escondiendo las tijeras y pensando que aunque hubieran recogido mejor el baño igual las habría descubierto enseguida.
-Ya sabes, has sido tú con las tijeras de papel. Un trato es un trato. Y acuérdate de pedir perdón -le dice la hermana mayor a la pequeña, mientras sigue tramando la jugada.
 Ahora mamá tendrá que pedir hora en la peluquería para que “arreglen” el pelo a la tonta de su hermana. Ella demostrará que es una niña madura y transigente, pondrá  un instante los ojos en blanco y después se ofrecerá a acompañarlas.
Primero se fijará en cómo lo hace la peluquera: le bastará con observarla de reojo  para poder repetir el corte con la Nancy de su hermana. Un mes pidiéndoselo porfi porfi porfi ha sido suficiente. Le dejó  bien claro que es demasiado pequeña para usar las tijeras afiladas del costurero, mamá le reñiría. Ha ido dosificándole las esperanzas.  Al final ha accedido. Lo hará ella. Con una condición. Le ha costado lo suyo convencerla de que antes era necesario  practicar el estilo garçon con su melena.
Luego aprobará el resultado inclinando la cabeza con gesto convincente. Sonreirá al verla con el pelo tan cortito, eso le costará poco.
Y después le pedirá a la peluquera, con su mejor sonrisa de ángel, si le puede modelar unos tirabuzones bien marcados en su frondosa coleta de hermana mayor.


Fotografía de Vivian Mair