Para Sara, que ya se mudó
Viaje de Lady ( 1950), Remedios VaróCada noche se
acostaba agarrando con fuerza un billete de diez euros. Necesitaba saber que tendría
dinero para telefonear a sus papás si un día despertase en otro país. Solo así se
deslizaba tranquila hacia la inconsciencia. Antes de bajar por ese tobogán, y mientras
arrugaba el billete contra su barriga, ponía en fila todos sus miedos y los desactivaba
uno a uno. Si temía ─por ejemplo─ que a su mamá se la fuera a comer un
cocodrilo, recreaba su versión de la escena. Justo antes de que entrase en el
río africano le advertía de que no llevaba gafas. Ella se las ponía, miraba, y la
cola del reptil desaparecía en un remolino rabioso y marrón.
Cuando la
abuela se enteró de que dormía con el puño apretado, le cosió un bolsillo en el
centro del pijama para guardar el dinero. A partir de ese momento pudo descansar
confiada, y los diez euros permanecieron tersos y sin uso.
Anoche se soñó
buceando bajo la línea que separa los dos azules. Nadaba con delfines y con otros
seres más oscuros. La apnea la ha despertado en una habitación extraña. Tras una tremenda bocanada de aire se palpa con desespero la
zona donde de niña estuvo el marsupio del pijama, para sólo encontrar un océano
rebosando el cuenco de su ombligo.
No podemos escapar de nuestros miedos, es mejor vivir con ellos que confiar en amuletos o sortilegios que nos salven siempre en el último momento. Un día se te olvidan las palabras mágias o el amuelo ha desaparecido...
ResponderEliminarNo es tan fácil ser conscientes de los miedos que nos atenazan. El hecho de identificarlos y asumirlos es ya una forma de sortilegio para que pierdan algo de poder. O al menos esa es la experiencia de una miedosa experimentada.
Eliminar