Fotografía del blog de La Microbiblioteca
La ceremonia resultó de lo más emotiva,
y se ciñó a lo que ella había ido planificando con tanto esmero durante los
últimos años. Serrat, Madredeus y Albinoni, cada tema en su momento. Diez ramos
de rosas. Todas blancas, como había repetido hasta el empacho. Los invitados,
de etiqueta, dibujando un semicírculo. Parlamentos en el orden prescrito: primero
su amiga del alma, después el marido y al final unas palabras de sus adoradas
niñas. Cada intervención iba acompañada de ojos enrojecidos y voz vacilante, como
suele suceder tras un ataque de risa incontrolado. Al recordar sus paellas con el
arroz pasado, o mencionar la exasperante obsesión por que nada escapara de su
control en el guion de su funeral, los asistentes estallaban en carcajadas.
No podíamos más, mamá ─dijo la
hija adolescente─ y hemos decidido que tenías que disfrutar de tu obra maestra
en el más acá.
La homenajeada, que acudió engañada a la reunión, observaba atónita la puesta en escena de su gran proyecto vital. Tan encantada quedó que ─tras ajustar un par de detalles de la escenografía y cambiar un plato del cáterin─ suspiró aliviada, y resuelta a no volver a morirse en una buena temporada.
Con este microrrelato he resultado ganadora de la convocatoria de marzo en categoría castellano en La Microbiblioteca. Aquí en el blog de la Microbiblioteca. Afirmaré que estoy exultante de alegría ( porque no se puede decir más cursi y emotivo, pero real). Gracias a quien sea que le haya gustado y lo haya votado.
Que tu gran proyecto vital sea tu funeral es un gran giro de guión :)
ResponderEliminarHay obsesiones que matan jajaja
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