Soborno
Al salir de la sesión se produce un giro que enreda todavía más la trama en su cabeza. En lugar de ser ella la víctima de las carencias de su madre, se imagina ahora siendo el sujeto cuya torpeza afectiva su hijo será capaz de describir con todo detalle. Ella sabe que los primeros años son cruciales. Y que ya no hay vuelta atrás. Se dirige a la cocina. Entrará en su habitación y le preguntará si le apetece una limonada para cuando acabe con esa fase del juego de rol. A lo mejor así no la deja tan mal ante su futuro terapeuta.
Casi todas las cosas importantes en la vida son un tirar de dados, puedes hacer una cosa, puedes hacer la contraria y cualquiera de las dos puede funcionar... yo habría probado a pedirle a mi hijo que me ayudase a hacerme un personaje para el juego ;)
ResponderEliminarPues me parece muy buena idea, pero me da que las madres se manejan mejor con las limonadas que con los personajes virtuales.
ResponderEliminarCon este relato conseguí colarme in extremis, como mencionada del último mes, en el legendario libro recopilatorio de La microbiblioteca, de Barberá del Vallés. Muy contentita.
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