Dedicado a Mónica Brasca
La
adolescente se desdobla y cuenta lo que ha hecho ese día, qué amiga la ha decepcionado,
cómo le va en el nuevo insti, cuánto odia a su madre, sus desaforados amores de
verano… Todo lo que bulle ahí adentro está desnudo, crudo, sin piel. Ella deja
constancia, con sus encantadoras faltas de ortografía, de cada detalle, de cada
sentimiento, de cada fiesta, de cada ligue. En un momento de reflexión, en
medio de esas emociones que suben y bajan por la montaña rusa de sus días, escribe:
“Si alguien leyera este diario pensaría que soy gilipollas”.
Y ahí entro
yo, la encargada de juzgarla. La interlocutora que cerrará, treinta años
después, ese acto de comunicación. El elemento clave que faltaba: Emisor-mensaje…y receptor. Aquí estoy yo,
cometiendo el imperdonable y delicioso delito de mirar. Algo avergonzada, pero
sin poder parar de leer el diario de una adolescente que ya no existe. Que se transformó en una mujer a la que veré por
primera vez dentro de una hora. Cuando devuelva las llaves a la propietaria de
esta casa de intercambio vacacional. Y,
la verdad, no sé cómo voy a poder mirarle a la cara ahora que la conozco mejor
que su propia madre.
Bien dedicado, Paz, porque es un micro muy "monicabrasquiano", con esa atención a los detalles y ese tratamiento de los sentimientos complejo y nada simplista. Le va a encantar, como también nos gustó muchísimo aquel micro tuyo sobre adolescencia que ganó en la Micro.
ResponderEliminar¡Gracias, Elisa! Pues es verdad que tiene un cierto toque de Mónica. Ojalá se me haya pegado algo de la lectura de su libro, cuyos magníficos cuentos son aparentemente sencillos e inofensivos pero detonan y explotan una vez dentro del cerebro y del ánimo. Pues a lo mejor, de tanto estar con adolescentes (hijos y alumnos) es uno de los temas de los que más impregnada estoy. Un abrazote agradecido
Eliminarpor eso no me gustan conocer demasiado a las personas :) Creo que si escarbamos lo suficiente, todos acabamos por ser ese gilipollas :)
ResponderEliminarLo que tiene mérito es ser consciente de que todos lo somos un poquito, escribamos diarios o no, los leamos clandestinamente o no. Eso tranquiliza bastante.
EliminarNo hay nada tan apasionante -y a la vez banal- que un diario "sincero". Hay diarios literarios que trascienden los avatares cotidianos y se alejan de la sinceridad para construir un personaje con entidad interesante.
ResponderEliminarTienes razón, el diario que no está destinado a ser leído por los demás es el que está hecho de la materia prima en bruto del que lo escribe: lleno de cemento, de costuras que se ven y de todas las miserias y grietas de la obra en construcción. Lo que siempre me he preguntado es qué sentido tiene ese desdoblamiento de uno/a contándose lo que ya conoce a sí mismo. Quizás nombrar las cosas es la única manera de que acaben siendo reales, sea lo que sea la realidad. La única forma de conocimiento, aunque sea por un proceso de "autofecundación".
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