Fotografía tomada en una exposición de Louise Bourgeois, en el MOMA de Nueva York |
Consigo escapar por los pelos de las garras de un tremendo Dientes de sable. Empapada en un sudor
helado recupero el aliento, y ya fuera de su alcance me ajusto los tapones de
los oídos.
Resignada, imagino a qué otras pesadillas podrían incorporar esos malditos
ronquidos: ¿Otro depredador menos pretencioso?, ¿Una avalancha?, ¿Un maremoto?
Intento deslizarme de nuevo hacia la inconsciencia, pero unas puertas
giratorias me devuelven a la habitación.
Desde mi lado de la cama veo cómo se balancea, suspendida en el centro del
techo, una inquietante araña albina. Debería haber limpiado la casa más a fondo,
me digo. Noto cómo se tensan los hilos que nos sostienen. La cama se
desliza hacia el vórtice de una espiral en cuyo centro nos espera ella,
simétrica y risueña.
Incapaz de
hacer nada, sólo me queda contemplar la escena que se refleja −distorsionada y
creciente− en cada uno de sus ocho ojos frontales. Yo,
aferrada a la almohada con la desesperación de un náufrago insomne. Mi marido, recuperándose
de su día agotador de teletrabajo y emitiendo por su boca abierta otro patético
rugido de viejo león.
Este microrrelato ha sido seleccionado para la antología Brevirus, de la revista argentina Brevilla. En este link se puede descargar esta antología internacional con los textos de 278 escritores de 22 países. Muy agradecida por estar aquí.
Portada de Sergio Astorga para la antología de Brevirus |
Las arañas albinas son mensajeras de buenas noticias, pero lo que una araña albina entiende por una buena noticia no suele tener que ver con lo que entendemos nosotros... son así de retorcidas.
ResponderEliminarEl viejo león debería tener cuidado, se avecinan cambios, y no veo aparecer su carta por ninguna parte.
Jajaja, muy bueno lo de las arañas. El punto de vista, siempre el punto de vista. De insectos y felinos, podría titularse en realidad. Gracias otra vez.
Eliminarqué bien escribes, este relato es muyyy bueno
ResponderEliminarMe alegro que te haya gustado Elena. Alguien tenía que escribir sobre los viejos leones que comparten cama con delicadas damiselas jaja
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