"La microficción nació en
literatura con un objetivo –que en realidad son muchos dentro de uno solo– que
es mayúsculo y, además, aparentemente inasumible para un género de extensión
tan pulgarcita. Esa titánica razón no es otra que conseguir la hazaña
filosófica de relatar el presente, constituir el gran catálogo de nuestras
miserias cotidianas, retratar la razón de nuestra vulnerabilidad, e indexar, por
supuesto, el inventario de los vicios más ocultos que corroen los pilares de
nuestra mortal existencia. Es decir, en resumen, nació para explicar la vida,
algo que, por increíble que parezca, algunos libros de microrrelatos –los
menos, eso sí– acaban consiguiéndolo. Jardinería
de interior (Paz Monserrat, 1962) es uno de estos pocos.
Porque como ya he insinuado, lo
que al instante resalta en la escritura que Paz derrocha en este libro es su vitalidad
Pues es todo vida. Un vergel literario, se diría. Y no me refiero solo a la
vida de la propia autora, que sin duda asoma casi obscena entre el follaje de
sus páginas, en su sensual poesía o en su delicado lirismo. Ni tan solo a la
intrínseca vida de cada uno de los relatos que componen esta grata colección,
que exuda implícita de estos cuentos bulliciosos, palpitantes, amargos, dulces
o especiados que la autora ha elaborado con una precisión y una técnica, que
por momentos destacan tan minuciosas y académicas, como a la vez llenas de
latido y de frescura. Me estoy refiriendo incluso a la vida de los que lo lean,
una vida que, por mucho que algunos se empeñen en impedirlo cuando aborden su eventual
crudeza, su puntual pesadumbre o su esporádica aflicción, se positivará de
forma inevitable en reveladores daguerrotipos con cada párrafo.
Porque en esta enorme colección de
elementos tan vigorosos que es el magnífico libro de Paz Monserrat, cabe todo.
La vida misma, dije solo hace un rato que cabía. Cabe, entre otras
particularidades, la imposibilidad de vivir de forma apacible en esta sociedad
moderna que nos empuja hacia la trasgresión como forma de trascendencia. Caben,
también, el paradigma del aislamiento, la enajenación y la falta de identidad
del hombre contemporáneo, de los sentimientos y las relaciones ambivalentes. Y
cabe incluso, si me apuran, todo eso que quisimos ser, en plena y flagrante confrontación
con lo poco que en realidad hemos alcanzado a ser.
La autora pone la atención, el
punto de luz –cuánta luz emana de estos noventa y tres títulos– sobre los
detalles, o, mejor, sobre los átomos en los que descompone la vivacidad de este
libro, porque quizá por su condición de bióloga siempre ha sabido que solo a
través de ellos es posible explicar el mundo entero. Así, partiendo de estos, cuando
leamos los relatos de Jardinería de interior
aparecerá ante nosotros todo un mundo no escrito, pero sugerido. Al sumergirnos
en él, daremos por supuesta una vida interior de sus personajes que, la mayoría
de las veces, ni ellos mismos alcanzan a atisbar. Porque al obligarnos a acompañar
a esos atribulados protagonistas en las historias marginales y domésticas,
imposibles y cercanas, fantásticas y prosaicas que conforman su irrepetible
universo, la autora hará que seamos nosotros los que acabemos confiriéndoles a
esos seres una apabullante existencia que, irremediablemente, desbordará a
borbotones las páginas de sus cuentos. Nos obligará a que seamos nosotros los
que nos sintamos vivos"
Esta es la reseña que Raúl Ariza ha escrito sobre mi Jardinería de interior para el número de noviembre de la revista Quimera. Estoy feliz y muy agradecida tanto a Raúl como a los editores.
Muy justo y agudo comentario de tu libro que está llegando a revistas literarias como Quimera. ¡Qué sentimiento de plenitud tienes que tener ante este vástago de microficciones! Un abrazo.
ResponderEliminar¡Gracias Joselu!Pues si, efectivamente, es una de esas satisfacciones íntimas y un poco inconfesables que hay que degustar a solas o en buena compañia. Como cuando un exalumno te recuerda con cariño, un hijo consigue algún logro digno de sus sueños, o una vecina te dice que le ha gustado una de tus historias. La visibilidad de los invisible, o algo así. Reconforta mucho que lo que has construido en la intimidad tenga alguna repercusión individual o colectiva.
EliminarQuimera (¡!) , Raul, gracias otra vez.
me ha encantado encontrarte Hoy leo poco
ResponderEliminarme gusta como reseñas
abrazo desde
Miami
¡Gracias por pasarte y comentar!
Eliminar