1 ¿Cuándo
comenzaste a escribir y con qué pretensiones?
Por poner una fecha concreta:
el año de las olimpiadas de Barcelona. Ese año nos trasladamos a vivir a
Tenerife. Allí, con la libertad que da gozar de una excedencia y la sensación
de vivir una temporada de semi-vacaciones, me apunté a un taller que daba Jorge
Eduardo Benavides (por aquel entonces desconocido y recién exiliado del Perú)
en una biblioteca de Santa Cruz. Aunque no era mi pretensión, aquella fue una
experiencia muy terapéutica. Y lo digo en sentido literal: me curó de una
sinusitis crónica que padecía. Empezar a escribir los ejercicios que nos
sugería el profesor y no parar de moquear fue la misma cosa. Como si llevara entre la nariz y el cerebro
un embalse colmatado de palabras, a punto de desbordarse. Hará unos quince años,
tras varios cursos más de literatura, me
solté a escribir por mi cuenta sin la red de seguridad que supone los talleres de
escritura. La pretensión inicial fue darme tiempo y espacio mental para hacer
la digestión de numerosas vivencias y lecturas acumuladas. Luego ya no quise
arriesgarme a tener otra sinusitis. Y hasta ahora, que sigo respirando bien sin
necesidad de antibióticos.
2
¿Planificas los libros antes de sentarte a escribirlos o surgen sobre la
marcha, al hilo de tus pensamientos, sin planificación?
Al principio no planifico.
Solo me permito escribir lo que realmente me conmueve tiempo después de haberlo
escrito por primera vez en las libretitas que uso como vertedero de ideas. En el
caso de Hormonautas, mi único libro individual de relatos, empezó a cuajar
cuando me di cuenta de que tenía bastantes relatos con un eje vertebrador común.
En ese momento urdí la conexión entre ellos e intenté cohesionar el conjunto
para darle forma de libro, pero sin quitar libertad a lo que surgiera cuando me
ponía a escribir algo nuevo.
3
¿Cuál es tu género preferido como escritor y cuál como lector?
Como escritora -aunque no me
reconozco del todo en ese sustantivo tan solemne- los relatos breves, los
microrrelatos y las crónicas de viajes. El formato breve se ajusta bien al tipo
de vida “multi-tarea” que llevo, como una manera de rellenar grietas entre mis
otras facetas de madre, profesora, amiga, paseadora de perros, lectora, esposa…
La escritura es una actividad más, pero a la vez actúa a modo de bisagra o
cemento que sostiene y articula las otras tareas. A veces las hace un poco más
inteligibles, incluso les puede dar sentido a posteriori.
Como lectora alterno el relato
corto, la divulgación científica, la novela o el ensayo dependiendo del momento
y del estado de ánimo. Microrrelato y poesía siempre en pequeñas dosis, como
pespuntes en este tejido de lecturas.
4
¿Escribes pensando en un lector específico o crees que cualquier persona es un
lector en potencia de tu obra?
Digamos que abro el foco
progresivamente. Primero me uso a mí misma como interlocutora: casi siempre escribo
para explicarme mis propias percepciones, para volver a leer las conexiones que
no he detectado al vivir. A veces, cuando escribo crónicas de viajes me parece
que solamente he vivido lo que he conseguido narrar. Luego lo enseño a personas
de mi entorno afectivo, y a continuación lo cuelgo en mi blog por si alguien
más lo quisiera leer. Abrí el blog en plena decadencia del fenómeno, así que no
he vivido la vorágine de su momento álgido. Eso implica una especie de
clandestinidad que me encanta, me da más libertad. Me gusta tener lectores
aunque no comenten mucho. Fantaseo con ese momento de comunicación diferida y secreta
con lectores desconocidos.
5
¿Te costó mucho encontrar editor para tu primer libro?
El primer libro en el que
participé fue 100 situacions
extraordinàries a l’aula. Lo escribí a cuatro manos con Jordi de Manuel y fue
prácticamente un libro de encargo a partir de una propuesta que hicimos a la
editorial para una colección concreta. Si hablamos de mi primer libro de
relatos individual, Hormonautas, lo
conseguí a la tercera igual que el
carnet de conducir y las oposiciones. Nunca tuve demasiadas expectativas ni
prisas, pero de vez en cuando lo intentaba. Después de la callada por respuesta
por parte de una editorial y de una repuesta muy correcta por parte de otra, los
de la editorial Nazarí fueron muy generosos y muy eficientes a lo largo de todo
el proceso y la gestión para la publicación de mi libro. Desde aquí mi agradecimiento por haber hecho realidad
algo que ni siquiera había llegado a la categoría de sueño.
6
¿Qué opinas de los muchos premios literarios que se convocan hoy día?
Los premios están muy
desprestigiados por esa especie de endogamia y de corruptela implícita que
se les supone. Yo he participado en concursos como jurado y como escritora, y en
mi experiencia desde ambas posiciones no he detectado ninguna irregularidad. De
hecho, el que yo haya ganado alguno garantiza que no todos están dados de
antemano, pues a mí no me conoce prácticamente nadie y menos cuando empecé a
concursar diez años atrás. Ahora bien, me fío más de los concursos pequeños y
que además tengan un cariz literario que de los grandes o los que sólo son marketing
para alguna marca o alguna localidad. Nunca escribo expresamente para los
concursos, solo miro si hay algún relato de los que tengo escritos que se
adapte a las características del certamen. Lo que no recomiendo es obsesionarse
con ellos, creo que es mejor concursar como algo lúdico y de manera esporádica.
7
¿Vivir de la literatura es una utopía?
Supongo que debe ser muy difícil.
Es un tema que nunca me he planteado, pues yo separo muy claramente mi trabajo
profesional dando clases de biología en un instituto de lo que supone escribir
en mi tiempo libre y sin ningún tipo de relación con la obligación, con lo
alimenticio. Es cierto que también participo en la elaboración de libros de
texto para una editorial y estoy en el equipo de coordinación de biología para
el acceso a la universidad, pero ambos trabajos no tienen que ver con la
literatura sino con un tipo de escritura precisa y documentada que moviliza
otro tipo de actitud y de recursos. Para mi escribir ficción no tiene nada que
ver con trabajar, aunque suponga un trabajo constante y minucioso. Es la misma
diferencia que hay entre la seriedad, la concentración y fluidez que muestran
los niños cuando juegan y su actitud cuando hacen los deberes. Entre evadirse
leyendo lo que uno quiere o sentarse a subrayar un texto del que se ha de hacer
un resumen.
8
¿Qué diferencias encuentras entre el mundo editorial de tus inicios como
escritor y el actual?
Da la sensación de que ahora
es más fácil que cuando empecé a escribir, posiblemente porque hay más
mecanismos de difusión y de control. Para mí siempre ha sido un mundo
misterioso e inaccesible, así que no puedo valorar su evolución. Al principio
me sorprendía el hecho de que muchas editoriales ponían la siguiente advertencia
disuasoria en su portal web: “No se admiten manuscritos que no hayan sido
solicitados”. Me parecía algo tan inexpugnable como un castillo medieval.
9
¿En qué medida crees que pueden ayudar las redes sociales a difundir la obra de
un escritor?
La posibilidad de promoción
dependerá de muchos factores: de la capacidad de llegar a muchos “amigos”, de
la generosidad de los que hayan leído a ese escritor y les haya gustado, de la
importancia que le de uno a su autopromoción... A veces el exceso de presencia
en las redes crea una saturación que es disuasoria y acaban siendo más
atractivos los escritores que las usan como escaparate sólo puntualmente.
Aunque en el fondo casi todo es un escaparate en este patio de vecinos en el que
cualquiera se puede ocultar con tantas máscaras y la amistad se mide en
cantidad de deditos.
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¿Qué opinas del libro digital?
Me parece un formato más. A mí
me resulta muy útil para leer en los viajes. No sé si se tendría que establecer
esa competencia entre el libro digital y el físico. Simplemente son dos maneras
de acceder a la lectura, de la misma forma que se puede escribir a mano o en
ordenador, o escuchar música en un
vinilo o a través de los auriculares conectados a un mp3.
11
¿Qué opinas de la autoedición?
No tengo una opinión muy
formada sobre este tema. Es posible que el principal inconveniente sea que el
texto no pase el filtro de una perspectiva externa más o menos objetiva.
12
¿Consideras positivos los talleres de escritura creativa o piensas que no se
puede enseñar a escribir?
Se puede aprender si en los
talleres no solo se escribe sino que se observan con lupa textos de autores que
puedan iluminar y activar el proceso interno de la propia escritura. Creo que
lo que más enseña a escribir es haber leído mucho, largo y variado. Luego
olvidarse de todo lo leído y cuando el arco se haya tensado lo suficiente la
escritura fluirá inevitablemente. Dicho esto, ser profesor de un taller de
escritura me parece una de las cosas más difíciles que se puede acometer desde
el punto de vista de alguien que enseña una materia científica.
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Con el paso de los años algunos escritores acaban eliminando ciertos títulos de
su semblanza. Aunque no precisamos conocer el nombre, ¿hay algún libro de los
tuyos que te satisficiera en tus inicios, pero que ahora preferirías no haber
escrito?
Como solo tengo un libro creo
que todavía no estoy en disposición de repudiar a mi criatura, así que pasaré
de puntillas por esta pregunta. Mi itinerario cronológico está grabado en los
textos colgados en mi blog Crónicas
desenfocadas. Cuando me arrepiento de alguno de mis textos simplemente lo
paso a borrador, es la ventaja que tienen los formatos interactivos. Los
escritos de mis principios los tengo guardados a buen recaudo en el disco duro
de mi ordenador.
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Para ese lector que aún no ha leído nada tuyo, por favor, recomiéndanos uno de
tus libros. Cuéntanos brevemente cómo fue el proceso de creación y por qué has
elegido ese título y no otro con vistas a nuevos lectores de tu obra.
Pues como todavía no he tenido
tiempo de repudiarlo sugiero la lectura de mi libro Hormonautas, publicado por
la editorial Nazarí. El proceso de
creación tuvo que ver con la redacción de una unidad didáctica relacionada con
las hormonas en un libro de texto de bachillerato. Cuando me documentaba
leyendo manuales de endocrinología y de historia de la ciencia me surgieron
muchas ideas para relatos basadas en casos clínicos reales o en esas
fotografías terribles de los tratados médicos donde se muestran los efectos de
un exceso o un defecto de hormonas en el cuerpo humano. Impactada con esa
información paralela a la científica fui escribiendo relatos, y más tarde los
amplié con otros en los que una conducta humana tuviera alguna relación con un
desarreglo hormonal. Pero aparte de unas líneas explicando la hormona
correspondiente los relatos son pura ficción, no hay una pretensión didáctica
ni divulgativa.
El título fue un intento de
concentrar en una palabra (inventada) una mezcla entre varios ingredientes del
libro: la fisiología, la aventura , los viajes, las moléculas que nadan bajo la
piel y un guiño añadido a los argonautas
y a ese vellocino de oro particular que buscan todos los personajes desubicados
de este compendio de desajustes hormonales.
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Recomiéndanos, por favor, dos libros cuya lectura te haya impactado. Uno de un
autor clásico y otro de un autor contemporáneo. (Da igual el género).
Voy a mencionar textos de tres
(una de regalo) mujeres de diferentes épocas cuyas lecturas me impactaron y me conmovieron
en su momento, y todavía lo siguen haciendo: los ensayos de Virginia Woolf (sobre
todo los que tienen a Londres como protagonista), los de Natalia Ginzburg (en
especial “Las pequeñas virtudes”) y cualquier poemario de Wislawa Szymborska.
Muchas
gracias. Te deseamos mucha suerte en todos tus proyectos literarios.
Gracias a ti por contar
conmigo para este cuestionario.
Francisco Rodriguez Criado me propuso esta entrevista para la sección Grandes Libros de su blog Narrativa breve, en la que propone las mismas preguntas a distintos autores. Me gustó contestarlas.¡Gracias!
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