Duane Keiser |
De niña iba al dentista con
frecuencia. Tenía el esmalte muy fino, teñido de amarillo por la tetraciclina. Pronto
empecé con las caries.
Un día el doctor me contó que
en la muela de un paciente había encontrado una pepita de tomate germinada. Yo
no supe si creerle, pero me recuerdo fantaseando sobre el tema. Imaginaba una
cavidad llena de humus de la que brotaba una minúscula tomatera que con el tiempo
se ramificaba y reptaba con ventosas por el suelo de la boca. Algunos tomates
estallaban como globos entre los dientes al hablar. Otros bajaban por el tubo del
fondo del jardín, fértil abono de lechugas y alcachofas. A veces salían malas
hierbas y unos caracoles pequeñitos tapizaban las mucosas de satén. Se convirtió en un huerto capaz de
alimentar a una familia, o tal vez a una ciudad. Después en un bosque que
generaba tormentas tropicales, cuyas lianas crecían decididas hacia arriba -cual
habichuelas mágicas- mientras el señor de la caries se fundía sin remedio con
la tierra.
Nunca llegó a saber el doctor
cómo le odié el día que me desveló el desenlace de la historia. No se puede
deforestar de estas maneras la imaginación de una niñita fantasiosa y de
esmalte delicado.
Con este relato he quedado finalista en la edición de marzo de la Microbilbioteca. Acompañando a otros relatos muy inquietantes y telúricos de Elena Casero, Belén Saiz, Raul Clavero y Javier Palanca. El ganador fue Miguelángel Flores.Enhorabuena a todos. Terrific!
Fotografía tomada del blog de la Microbiblioteca |
Con este relato he quedado finalista en la edición de marzo de la Microbilbioteca. Acompañando a otros relatos muy inquietantes y telúricos de Elena Casero, Belén Saiz, Raul Clavero y Javier Palanca. El ganador fue Miguelángel Flores.Enhorabuena a todos. Terrific!
¡Enhorabuena, Paz! Si la imaginación de la niña es como la de la autora no me extraña.
ResponderEliminarCuriosamente la niña que han puesto en la Microbiblioteca para ilustrar el relato y la autora cuando era niña se parecen bastante. Mi imaginación y yo no decimos nada más. Ah, si , que muchas gracias por comentar, Javier!
EliminarRaramente ensayo la ficción como género. Me gusta la autoficción. Tus relatos son imaginativos y entrañables. El niño que fuimos sigue vivo tal vez.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarPues igual este texto es autoficción en cierto modo. La anécdota de la pepita es cierta, y recuerdo que me impresionó mucho. Si ha tenido la fuerza para crecer y convertirse en un microrrelato ( al que he añadido un poco de absurdo e imaginación) tantos años después, será por lo que apuntas tú: algo debe de quedar de la niña. Intento escribir solamente de cosas que previamente me hayan conmovido, creo que es la única manera de que la "criatura" nazca viva. Gracias por pasarte, Joselu. Abrazo
EliminarDesforestar lo que sea es malisimo siempre.
ResponderEliminarMe ha encantado el micro, pero mucho mucho, por eso no me extraña lo que me cuentas.
Felicidades!!!
Mi blog tiene muchas lecturas ( para mis expectativas) y pocos comentarios ( mejor, porque me incomodan los halagos), pero sé percibir los que son auténticos, como este, y los agradezco. Gracias, Luisa. Abrazo
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