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jueves, 19 de febrero de 2015

Pequeños antecedentes penales

                                                                                                                                       Para Marisol 


Mi abuela era toda una señora, pero a veces se comportaba de una manera tan irresponsable que parecía una niña. Le gustaba idear pequeñas transgresiones y disfrutar de la adrenalina que le producía exponerse al peligro de ser descubierta. Mi madre y mi tía heredaron ese carácter de colegialas revoltosas, que se les agudiza en los momentos más solemnes.
Hace poco pasamos una semana de vacaciones en Viena con toda la familia y nos llevamos además a mi madre y a mi tía. Todos, especialmente mis híper responsables hijas adolescentes-que han crecido con la idea sin contrastar de que hay que controlar a los adultos- estuvimos alerta durante todo el viaje para evitar algún desmán de la abuela y su hermana que pudiera suponer la expatriación para toda la familia. Gracias al marcaje de la niñas evitamos con éxito hurtos en las tiendas de souvenirs y volver a casa con los albornoces del hotel, pero- y a pesar de que mi marido se ponía muy nervioso- decidieron ceder en el tema del tranvía. Las dos hermanas se morían de risa cada vez que se colaban en un tranvía. De hecho, compraron un billete válido para setenta y dos horas el primer día, pero decían que cuanto más tarde empezaran a picarlo más tiempo les duraría, y así no tendrían que comprar otro. Mi madre se emocionaba pensando en la respuesta que daría si la pillaban: española, aidonandestén, en voz  muy alta, abriendo los brazos y subiendo las cejas. Lo habían ensayado en el hotel. Lo malo es que ni siquiera empezaron a usar el billete cuando ya solo quedaban tres días, cosa que les produjo una profunda decepción por la pésima gestión del transporte público en semejante país tan civilizado, además de la frustración por no poder poner en práctica su inglés con un “señor agente” rubio y macizo.
No las culpo, habían tenido una buena maestra. Mi abuela había hecho unas cuantas "actuaciones" sonadas durante la educación de sus hijas y nietas, que ya formaban parte de la mitología familiar. La que más me impresionó-porque la viví en primera persona- fue aquella vez que me acompañó a comprar un bikini cuando yo tendría unos dieciocho años. Me debatía entre tres de ellos. Al final me conformé con el más barato, pero me gustaba. Estaba muy contenta con la compra y no veía el momento de estrenarlo.
En cuanto llegamos a su casa me sonrió con sus ojillos traviesos y me dijo: tengo unas cositas para ti. Abrió su bolso y me entregó los otros dos bikinis, los más caros. Cuando vio mi cara de espanto y sorpresa me dijo: No te preocupes nena, que es El Corte Inglés. ¡No hemos hecho mal a nadie!  






6 comentarios:

  1. No sé si comentar esta historia como una anécdota real o como un relato totalmente ficticio. Yo suelo urdir un género híbrido que parte de la realidad real (si es que eso existe) para introducir en él fragmentos de ficción de lo que tal vez podía haber sido. En esto era maestro Max Aub. En sus relatos había mucho de realidad y también hilos de ficción difícilmente distinguibles. Pero al encontrarme con tu narración mi primera impresión ha sido tomarla por real para luego darme cuenta de que eres una urdidora de ficciones convincentes. Así que no se trata de enjuiciar moralmente a la abuela y a las tías sino de considerar esta historia como lo que es: un cuento, una especie de articuento que puede llevar a evocar a Juanjo Millás. Me ha gustado, es convincente y mantiene la suspensión. Además es perfectamente verosímil al modo cervantino. No sé si es ejemplar en el sentido de la educación y la moral pero sí que lo es al modo del estilo. Yo nunca he sabido urdir historias totalmente ficticias. Suelo partir, como decía de lo biográfico para llevarlo luego a un estadio distinto. Me ha gustado. Y si no he frecuentado tu casa en los últimos tiempos es más por no saber como enjuiciar la ficción. De hecho no se trata de decir si la actitud de la abuela que roba los dos bikinis es divertida, merecedora de un buen escarmiento o de que alguien le diga algo. Todos hemos birlado algo en algún momento de la vida. De hecho, mi madre, a la que no recuerdo demasiado positivamente, cuando era niño me enseñaba a robar y yo la veía a ella robar. Para ella era normal. Siempre ansie no haber pasado por aquello. Pero me dotó tiempo después de una cierta vacuna ante ello. ¡Cuántos chorizos de guante blanco de la que España está llena quizás no tuvieron esta vacuna? En fin... Un cordial saludo.

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  2. ¡Menuda rentrée , Joselu! Lo primero y más importante: ¡Muchas gracias! Tus comentarios suben el nivel de mi modesto blog unos cuantos quilates. Me interesan tus comentarios de filólogo ( yo siempre me he sentido una intrusa ) por eso te dije que notaba tu ausencia.Bienvenido,aunque con este comentario puedes descansar una temporadita jaja. Respondiendo a lo que planteas: yo suelo necesitar un anclaje en la realidad, una toma de tierra inicial. Normalmente la chispa procede de algo que me impacta ( una conversación, una imagen , un recuerdo...) que persiste dando vueltas en mi cabeza y sobre todo en mi sensibilidad. Lo dejo a remojo en mis libretitas una temporada y un día me pongo:lo deformo, lo "desenfoco", lo mezclo con otros retazos de vida, de lecturas o de imaginación... y sale lo que sale. En este caso la historia viene de una anécdota que me contó una amiga hace tiempo. La música la puse tratando de imaginar cómo sería llevarse a esta pandilla de mujeres a recorrer los Estados Unidos por la Route 66 ( aparte de mi admiración por Manhathan Transfer).Pero no siempre ocurre así : a veces me "brotan" cosas totalmente inventadas, por ejemplo "Celos" ,unas entradas más abajo, me vino de una pieza sin ninguna relación con mi vida ( he tenido cuatro hijos) ni con la sensación de celos ( al menos conscientemente). Y luego hay otros como "Secuestro" http://pazmonserratrevillo.blogspot.com.es/2013/01/secuestro.html , que aunque parezca totalmente del género fantástico ( por lo imposible de lo que narro) está basada en la sensación que tuve al ver la pequeña sinagoga de Venecia en uno de los viajes que hice allí.
    En fin, será que percibimos y descodificamos la información de manera diferente, pero a mi lo que me resulta muy difícil es entrar a opinar en temas polémicos y con muchas aristas como los que tu planteas. En primer lugar porque casi nunca estoy muy segura de lo que pienso sobre un tema y en segundo porque soy demasiado empática para defender y entender una sola postura. Me gusta leer lo que escribes y ver los comentarios. Me quito el sombrero. Pero me cuesta intervenir.Así que si te parece nos visitaremos de puntillas y solo comentaremos cuando algo nos dispare el resorte lo suficiente como para saltar al teclado, ¿hace? ¡Gracias de nuevo!

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  3. Pues a mí me ha parecido un relato la mar de divertido. Además, pienso que refleja buena parte de nuestra idiosincrasia; nos pese más o nos pese menos. Aunque el título no llega a cuadrarme del todo. Para tener antecedentes penales debe existir un arresto de por medio. Y en la picaresca hay un dicho que se ha convertido prácticamente en su dogma: "lo malo no es robar, lo malo es que te pillen".

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    1. Tienes razón con lo de los antecedentes penales, aunque en parte lo justifico con lo de "pequeños" e interpretando la palabra "antecedentes" como los antecedentes familiares que tienen las mujeres de esta familia en lo que se refiere al arte de divertirse con esa vena "anticapitalista" ( robar al Corte Inglés no es robar) . Como tú dices, esa picaresca tan nuestra. A estas en Austria no les pillan porque nadie se puede imaginar que unas señoras hechas y derechas se dediquen a hacer esas cosas y encima se lo pasen bomba. Gracias Mazcota, por tu comentario.No sé qué cara ponerte pero si veo por la calle a uno como el de la foto me paro a saludarte fijo!

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    2. Pues serás la única, porque si yo me encuentro a un tipo con ese aspecto no tardo ni medio segundo en salir corriendo.

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    3. Jaja,¡ me encantan los "bichos raros"!

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