Dedicado a Elena Casero
Gran parte
del tiempo que me ha regalado la jubilación lo dedico a la nueva biblioteca de
la aldea. Instalada en las dependencias del Ateneo Popular, ha ido creciendo como
un organismo a partir de ocho pupitres desechados por la escuela, cinco estanterías
cedidas por mis paisanos, unos bestsellers manoseados, algunas
enciclopedias con manchas de humedad y todos mis libros. A veces recibimos
inesperadas donaciones de algunas librerías. Paso todas las tardes allí con mi
perra. Disfruto clasificando los ejemplares en secciones temáticas: Novela
romántica, Clásicos Universales, Cuentos tradicionales y Mitología. Me encanta
la mitología. Acabo de leer Los Mitos de Cthulhu, obsequio del poeta local. Impresionan
esas imágenes de galerías excavadas bajo la tierra en cuyo interior, según
Lovecraft, “han aprendido a caminar unas criaturas que sólo deberían
arrastrarse”.
Este verano tuvimos que cerrar, hacía un calor infernal en esa
habitación. Pero ya llegó septiembre y sus rutinas. Al encender el fluorescente
he notado un extraño olor a cuero rancio. Lía se ha puesto a ladrar delante de
un nuevo volumen situado entre Los mitos griegos de Graves y Las metamorfosis de
Ovidio. No recuerdo haberlo recibido. Me sorprende tener frente a mí este libro que, según creo, trata de asuntos relativos a las leyes de los astros
y de los muertos. Me dirijo al archivo, mientras la perra sigue olfateándolo y
gimiendo, con el lomo erizado. Escribo el nombre del autor en una nueva ficha
en la carpeta de la A: Abdul Alhazred. Y me digo a mí misma de que debo
inaugurar una nueva estantería dedicada a la Magia, donde colocaré este texto ficticio que ha elegido nuestra humilde biblioteca para materializarse.
A partir de ahora los usuarios podrán gozar de la lectura de esta insólita obra titulada Necronomicon, un libro que supuestamente nunca existió.
Lo más seguro es que nadie se sorprenda al verlo. Ni sospechen del peligro de locura
y muerte que, según Lovecraft, acecha tras su tapa. Como mucho, mirarán el lomo
y me felicitarán por haber conseguido un ejemplar tan antiguo.
Yo les sonreiré. Y me refugiaré otra vez en la magia de la literatura,
como si fuera lo más normal.
Me encanta el relato y que aparezca Lía. Necronomicon. Sería genial tener un ejemplar así. La magia de la literatura, ¿habrá algo mejor?
ResponderEliminarEs de las mejores cosas, junto con la amistad, la naturaleza y cuatro o cinco cosillas más. Aparte de las bibliotecarias, claro.
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