Antes
de ponerse el pendiente frotó el metal que rodeaba el zafiro con un bastoncito
impregnado en líquido para limpiar plata. Cientos de estratos de tiempo
levantaron el vuelo dejando la superficie luminosa y desnuda. Se acercó,
curiosa, y la joya le devolvió el rostro adolescente de su abuela probándose el
pendiente ante un espejo.
Vuelvo a subir este micro porque mi ex alumno Yu Zhang me ha regalado esta preciosa ilustración y la quiero mostrar en mi blog. ¡Gracias, Yu!
Qué bueno..
ResponderEliminarA veces he sentido algo parecido, cuando tengo entre las manos algo que acumula más años que los que acarreo yo. Las historias de ese objeto, lo que habrán visto y los sueños depositados en él.
Esto es algo que siempre me ha impresionado, los objetos como testigos mudos del pasado y como acumuladores de deseos y sueños de sus sucesivos dueños. Gracias por pasarte de nuevo.
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