Fotografías hechas por Mila Pubalova |
Para Amalia y sus papás
Aquí, en las montañas del sur
de la República Checa, nos comunicamos a través del aire; los mensajes llegan
hasta nuestros tejados en un revuelo de plumas y noticias que esperamos con
ilusión cada mañana.
No sólo usamos a las clásicas
palomas mensajeras, últimamente hemos incorporado a otras especies que han sido
adiestradas para diferentes cometidos: las simpáticas abubillas transmiten los
chistes y los memes, a las lechuzas se les encomiendan las malas noticias, los
ruiseñores llevan las cartas de amor, y los vulgares gorriones transportan en
sus diminutos picos los extractos bancarios. Cuando necesitamos refuerzos reclutamos
a algún ángel. Del servicio a larga distancia se encargan las grandes migraciones anuales.
Todos contribuimos a este jolgorio de pájaros
viajeros aprovisionándonos de semillas con las que les agasajamos para que
repongan fuerzas y de paso fertilicen nuestros bosques.
Gracias a este ejército de
mensajeros alados podemos prescindir de
ordenadores, teléfonos y el lentísimo servicio de correo postal, que todos los
inviernos quedaba aislado por la nieve.
Cada primavera, los antiguos y
obsoletos buzones son primorosamente acondicionados para acoger a las próximas generaciones de carteros. Este año en mi buzón crecen ocho. Los miro y me deleito
imaginando futuras novedades.
Me van llegando fotos de la evolución de los nuevos"carteros" |
Enhorabuena por sus microrrelatos. Son auténticas joyitas.
ResponderEliminar¡Muchas gracias por decírmelo! Me sigue sorprendiendo que me lean y me comenten. Saludos
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