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viernes, 19 de agosto de 2016

Entrevista de Juan Peregrina ( Editorial Nazarí)

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Juan Peregrina y Alejandro Santiago Martínez vendiendo libros de Nazarí 


     


1     Querida Paz, lo primero, enhorabuena por un libro como Hormonautas, repleto de personajes, situaciones y diálogos tan bien diseñados. ¿Cómo le explicamos al público que todavía no conoce la obra este título y la estructura de tu obra?


 El título pretende sintetizar (de una forma un tanto osada, porque la palabra “Hormonauta” no existe en el diccionario) la esencia del libro: un intento de simbiosis entre fisiología y literatura de viajes.
Fisiología porque el eje vertebrador son las hormonas, esos mensajeros químicos  que modulan el equilibrio del medio interno. Cada relato está relacionado de alguna forma con los efectos de cada una de las 20 hormonas que encabezan los cuentos. No es un tratado de endocrinología, es ficción, pero no he podido evitar poner un par de líneas divulgativas sobre la hormona correspondiente para que se vea el vínculo con el cuento.
La palabra Hormonauta, por otro lado, tiene reminiscencias a la navegación, a la aventura, al viaje. El libro trata de moléculas que nadan bajo la piel pero a la vez de historias que viajan a lo largo de todo el itinerario vital y de aventuras de otras épocas. Diferentes tipos de viajes. Los personajes descritos suelen estar bastante desubicados, tienen conflictos y limitaciones, pero buscan su propio vellocino de oro como si fueran los mismísimos Argonautas. O al menos eso es lo que se me ha ocurrido para justificar un título probablemente injustificable.

     El prólogo de Beatriz Alonso matiza ciertas características de tus cuentos, como la cercanía, lo real y lo carnal y también el afán didáctico que exhibes ¿no está reñida la función pedagógica con la ficción literaria?
     El libro consta de veinte relatos de ficción que se vinculan con la función que realiza en nuestro cuerpo cada una de las veinte hormonas que he elegido. Las hormonas son el hilo conductor que cohesiona el libro, pero como he dicho anteriormente no es un libro de divulgación científica. Más allá de una breve explicación sobre cada hormona  a modo de nota al pie de la primera página de cada cuento, no hay ninguna pretensión didáctica, son cuentos. Ojalá lo que dice Beatriz en su magnífico prólogo se refiera a que mi prosa es inteligible.
      De todas formas, y contestando a tu pregunta, no creo que estén reñidas ambas funciones, siempre que no estemos hablando de cuentos con moraleja o de  autoayuda. Existe una tradición de excelentes divulgadores científicos cuyas dotes literarias no tiene nada que envidiar a los mejores autores de ficción (me vienen a la cabeza autores como Oliver Sacks, Robert M. Sapolsky, Isaac Asimov, Stephen Jay Gould, Bill Bryson, o el mismísimo Charles Darwin). Me interesan mucho los géneros híbridos, admiro y valoro la labor de los buenos divulgadores científicos, de los libros que ponen al alcance de los no expertos  conocimientos especializados (recuerdo cómo disfruté leyendo la Historia del arte de E. Gombrich) o de los escritores de crónicas de viajes desde el punto de vista literario.


     ¿Qué supone para ti como autora el alumbrar un libro de cuentos, donde demuestras nuestras fisuras, obsesiones y equívocos?

Supone exponerme, mostrarme. Con todas las consecuencias que entregar algo propio pueda conllevar: el reconocimiento, la indiferencia o el rechazo.  Las tres posibilidades potencialmente igual de peligrosas, así que como no hay escapatoria hay que aprender a  lidiar con cualquiera que sea la reacción del “otro”.  Creo que para las personas introvertidas como yo es un ejercicio muy saludable sacar afuera lo que es íntimo y está protegido por el pudor.  En este libro estoy yo de una manera muy transparente porque mientras lo iba escribiendo nunca pensé en un interlocutor que no perteneciera a mi entorno más cercano. Y no me puse ningún filtro para resultar complaciente, comercial ni políticamente correcta. Digamos que escribía para los míos y cuando me lo publicaron se me fue literal y literariamente  de las manos. Pero ya estaba algo entrenada, pues llevo haciendo este ejercicio de striptease de forma deliberada desde que hace casi tres años abrí mi blog Crónicas desenfocadas, que  me ha supuesto a la vez una gran evasión, un aprendizaje de humildad y una manera muy libre de expresarme a través de textos, imágenes y música…, además de haberme proporcionado unas cuantas alegrías.
  
      Hay una constante y sutil crítica a la educación que hemos recibido: ser el mejor en vez de ser solidario, aprovechar el poder para abusar de los demás, utilizar la formación para ascender a costa de la igualdad… ¿tu experiencia personal se encuentra desarrollada en estos relatos?  

Hay relatos con base autobiográfica, otros no. La mayoría es una mezcla alícuota de experiencia e imaginación. Obviamente en todo lo que se escribe, aunque se esté hablando de un personaje histórico, están las vivencias y las obsesiones de quien lo escribe. Creo que la elección de los temas  y las tramas nunca es casual. Yo no escribo sobre amores románticos, ni sobre  personas muy felices y seguras de sí mismas.  Tampoco sobre suicidas o gente que se autodestruye, por poner ejemplos del otro extremo del  espectro.  No me toca la fibra sensible ni el éxito rotundo ni la desesperación.  Me he dado cuenta, gracias a  lecturas ajenas, que mis personajes  se sitúan en los márgenes,  en las fronteras de la convención. Son gente que no se adapta a la norma, pero siempre sin estridencias, con una cierta melancolía…nunca  como una reivindicación. Simplemente no  acaban de encajar. Me gustan los raros que no son del todo conscientes de que lo son. Y en los alrededores de ese ecosistema cuyo primer eslabón está formado por esa  “estirpe de los inadaptados” -como definió Iván Teruel a mis personajes- se puede observar  el comportamiento de los que abusan, los que medran, los que se creen adaptados o poseedores de la verdad. De los depredadores, en algunos casos. Pero siempre como comparsa de los realmente interesantes: los mansos, los “losers”, los que al no tener nada que perder poseen una libertad muy valiosa. Me interesa la ecología y la psicología, y ahí, mezclando disciplinas, juego torpemente con lo que he vivido, lo que observo y lo que imagino.

    Charles Byrne y la diferencia: el juego de contrastes que realizas es muy interesante para lectores jóvenes y lectoras adolescentes: defiendes elegantemente ciertos requisitos sociales como la tolerancia y el respeto, que a veces vemos que no se cumplen a edades tempranas, pudiendo conocer noticias desagradables sobre institutos y colegios: ¿alguna solución podría llevarnos a comportamientos más sensatos?

    Yo creo que la exposición temprana a la variedad, a lo diverso, a lo que no es como uno… puede ser una buena vacuna contra la intolerancia y el rechazo hacia los que son diferentes.  La uniformidad, aparte de ser aburrida, puede ser peligrosa.  Hay un índice en ecología, el índice de Shanon, que mide la complejidad de los ecosistemas cuantificando la diversidad de las especies que lo componen. Los ecosistemas más pobres -por ejemplo un monocultivo-  solo son sostenibles a base de inyectar mucha energía externa, en cambio los que tienen un índice máximo -como la selva amazónica- se autorregulan y son ecosistemas más maduros y equilibrados. Yo trabajo en un instituto de “máxima complejidad”, en el que hay chavales de muy distintos orígenes y culturas, y tengo la hipótesis de que hay muchos menos conflictos de bulling que en un colegio de niños uniformados procedentes de un entorno muy similar.

    “Cómo salvarse de todo el dolor sucio y radiactivo que provocan los demás, que provocamos nosotros”.  ¿Es la literatura una disciplina de acercamiento al otro? ¿Es un lenguaje, el literario, que puede servir como puente para la comprensión entre personas?

Es que la literatura es un tipo de comunicación muy extraña ¿no?  Me voy a sacar de la manga una teoría literaria de pacotilla, pero yo pienso que funciona a partir de unas características bastante peculiares: lentitud, unidireccionalidad y azar. El mensaje no es espontaneo sino meditado, y no se sabe cuándo llegará al hipotético receptor. Si consigue llegar al lector, del efecto que produzca en él nunca se enterará el escritor. Y esa comunicación en diferido solamente se dará si confluyen una serie de circunstancias aleatorias. Esto, que haría pensar en una comunicación defectuosa comparada con la relación directa entre dos personas, puede conseguir efectos más profundos y duraderos precisamente por el tiempo lento, por lo impersonal y porque conecta con lo universal. En este sentido el acercamiento entre autor y lector es un efecto colateral bastante improbable pero muy efectivo en caso de que se logre.
Respecto a la frase del libro y a tu pregunta: desde el momento en que con la literatura se consigue -aunque sea de forma incompleta-  poner en palabras sensaciones relacionadas con el sufrimiento, con las heridas recibidas o presenciadas… una parte de ese dolor se fija en el texto y puede ser de alguna manera exorcizado. Como hablamos de emociones comunes, el texto puede actuar como un espejo en el que se reconozca el lector. Yo creo que la exposición de los mecanismos que provocan insatisfacción en las relaciones humanas se muestran mejor a través de la ficción que mediante otros formatos (ensayo, libros de psicología…) Que eso ayude al escritor o al lector a comprenderse o a comprender a los demás es otro asunto.

     Las enfermedades están presentes en estos relatos en mayor o menor medida ¿cómo definirías las enfermedades endocrinas? ¿Cómo se puede convertir este campo de la medicina en un libro de relatos?

Las hormonas dan mucho juego en varios aspectos, uno de ellos es que cualquier exceso o defecto en la concentración de una hormona provoca una enfermedad, por poner dos ejemplos conocidos: un déficit de insulina provoca diabetes y  un exceso de tiroxina hipertiroidismo. Desde el punto de vista literario, la justificación para haber usado estas moléculas como eje vertebrador del libro es la siguiente: las hormonas actúan reajustando constantemente el equilibrio del medio interno ante cualquier amenaza interna o externa, sus efectos en el organismo se manifiestan a medio y largo plazo y tienen mucha relación con nuestra conducta (todo el mundo conoce los efectos de la adrenalina o la testosterona en nuestra manera de actuar). Cualquier desajuste en la producción de una hormona, pues, tiene consecuencias en el comportamiento, y yo he aprovechado este conflicto fisiológico para construir el conflicto que debe subyacer en cualquier relato de ficción.

      ¿Qué autores sueles leer? ¿Alguna escritora te marcó con su discurso y no puedes olvidarla? Nos interesa saber algún referente literario – o científico, por supuesto- que te haya servido de inspiración.

Me centraré en las autoras que me han impactado, y las ubicaré en los géneros en los que más me han convencido. Los relatos de Margarite Yourcenar, Alice Munro, Mary Gordon, Jumpha Lahiri, Joyce Carol Oates o las grandes damas sureñas. Las crónicas de Jenny Disky o Chantail Maillard. Los ensayos de Virginia Woolf, Natalia Ginzburg o Carmen Martín Gaite. Las novelas de Nancy Huston, Jeanette Winterson, Tracy Chevalier o Lucia Berlin. La poesía de Wislawa Szymborska o Olga Orozco. Los microrrelatos de Ana María Shua, Susana Camps, Beatriz Alonso o Laura Valenzuela.


 ¿Qué piensa Paz Monserrat del futuro? ¿hay proyectos profesionales a la vista?

Pues ahora mismo estoy un poco resacosa, acusando el cansancio de todo un curso, y tengo la cabeza tan árida como una isla volcánica llena de cenizas. Tengo que aprovechar las vacaciones para hurgar en mis libretitas y resucitar ideas de entre los apuntes que voy tomando. Me encanta que mis notitas se conviertan en  relatos para tacharlas después en la libreta correspondiente. Creo que tengo varias cosas en mente de las que todavía no soy  lo suficientemente consciente como para verbalizarlas, he de pararme a pensar en qué dirección quiero ir, o si simplemente me dedico a leer y a vivir hasta que se me impongan los temas y los proyectos.  

Muchas gracias, Paz, por tu tiempo y tus respuestas.





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