Leonardo da Vinci |
La cosa empieza como un
encargo en la carnicería del mercado. Una bolsa con cuatro piezas sonrosadas y
frescas, que me llevo casi en secreto.
Al llegar a casa, la señora de
la limpieza me dice que en su pueblo los hacían encebollados y estaban
riquísimos
Ya en el laboratorio se nos
muestran en todo su esplendor. Despliegan sus lóbulos, mucosidades y alvéolos ante las miradas y las manos atónitas de una población de adolescentes que
trabaja en grupos y se divide a partes iguales entre aprensivos y gores.
Hay que seguir el protocolo.
Describir, observar, deducir, manipular. El guión no lo contempla, pero también
gritar un poco. Al final, una vez abiertas las tráqueas, observados sus
cartílagos, descubiertos los bronquios, penetrado en las bifurcaciones y
sumergida una parte de ese tejido esponjoso en agua, los utensilios de
disección adquieren vida propia. Agujas enmangadas, tijeras y bisturís parecen
tomar la iniciativa y se clavan con saña en esas vísceras que no hace tanto estaban
proporcionando oxígeno a cuatro corderitos.
La práctica ha terminado. Un
chico comenta que es raro, que no se parece en nada lo que han visto a lo que
sale en los libros. Se van a la clase de inglés con algunas manchas de sangre
salpicando sus camisetas, y los ojos brillantes.
Cuando le señalo la bolsa
sanguinolenta a la señora de la limpieza del instituto me observa con esa mirada
que me tiene reservada para cuando le doy más trabajo de la cuenta.
Mi hija mayor estudia primero de Biomedicina y vino entre estremecida y maravillada por las primeras clases en la sala de disección donde estudiaban anatomía. El olor y el calor en la sala le causaban aprensión pero siempre salía asombrada porque el cuerpo humano no era como ella lo había imaginado. Las vísceras tenían tamaños y texturas muy distintas. Luego se fue agobiando menos y llegaba incluso con ganas de comer carne, algo que al principio rechazaba traumatizada por los trozos de carne que había visto.
ResponderEliminarEso es lo que tienen las vísceras. Son trozos de lo real, de la anatómico, de lo biológico. Suscitan impresiones fuertes en los estudiantes como bien expone este texto.
¡Qué diferentes elementos tienen nuestras materias! Los que yo llevo son sin sangre real, aunque con sangre ficticia. Lo mío es el campo de la ficción, lo tuyo, el del cuerpo en que la escritura es otra, especialmente cuando se palpan el hígado, los pulmones, la traquea, el estómago...
Yo me muevo mejor en el mundo de las ideas que en el de las vísceras, pero de vez en cuando hay que mancharse las manos de sangre en el sentido más literal de la frase. Es muy curioso cómo la observación y la manipulación que los alumnos practican en un laboratorio de ciencias crea un aprendizaje mucho más significativo y definitivo que cuando solo se utilizan las palabras para transmitir conocimientos.En la reacción ante una víscera, como le pasó a tu hija el primer año ( una de mis hijas estudió fisioterapia y le pasó lo mismo con las disecciones que hicieron en la facultad de medicina), están implicados olores, emociones, texturas... y todo en tres dimensiones!. Los alumnos, incluidos los de Aula Oberta, entran en máxima concentración y movilizan todos sus sentidos. Otra cosa es el trabajazo que hay detrás para el profesor como coreógrafo de semejante performance. Esta semana toca el corazón.
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