Y
las azules, las del abuelo con la barba del mismo color, son prodigiosas. Salen
enseguida, derrapan por el tablero, devoran, cuentan hasta veinte, y a
continuación se esconden en su casa. Las tres jugadoras de turno agitan los
cubiletes con sus manos de pergamino y contemplan embelesadas a este campeón
tan fiero y seductor, mientras hacen como que se olvidan de contar.
Y
es que no lleva nada bien que las nuevas auxiliares de enfermería del asilo le
hagan carantoñas con todo el descaro de su juventud. A él. Sin sospechar en absoluto de lo que sería
capaz si pudiera mover ficha de verdad.
La semana pasada me animé a enviar un relato al REC ( Relatos en cadena, de la SER). Solo he enviado tres en todo el tiempo que llevo escribiendo, no va conmigo tanta presión y limitaciones. Esta vez lo hice porque la frase del inicio era la última de mi amiga Mel Nebrea, ganadora de la semana anterior.Me costó escribirlo en tan poco tiempo. Y no ha habido suerte, claro. Pero igual valió la pena intentarlo.Va por tí, Mel, ¡y suerte en la final mensual!.
Gracias Paz, o sea que te he incitado a escribir eh? pues me alegro mucho.
ResponderEliminarBarba azul y el parchis, menuda combinación, y luego dice que lleva mal lo de la presión, menos mal!!!
Yo ya me siento en las nubes con que me seleccionen, ganar una semana es tocar el cielo, lo demás ya entra en el mundo de los milagros y los sueños.
besos amiga
Pues con tanta sobredosis de cruda realidad me parece estupendo que te pasees por las nubes, sueñes y hagas una inmersión en el mundo de los milagros.Te lo debías merecer.Abrazo, Mel.
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