Cuando, siendo una niña, Marisol vivía con toda su familia en México, suplicaba llorosa a su madre que por favor la bautizaran. No quería ver nunca más a su abuela, exiliada republicana pero fervorosa beata, rezando un rosario tras otro en desagravio a la Virgen para que ella no fuera al infierno.
En esta tienda hay suculentos dulces de los que a mí me gustan, los de las monjitas. ¡Qué delicia!
ResponderEliminar¡Qué mal hizo a la república su ambiente antirreligioso! Le dieron todas las armas a los enemigos de la república. ¡Qué gigantesco error! Aunque la iglesia española se las traía ... y se las trae.
Joselu, no puedo aportar nada a lo que dices. Bueno, si , corroboro que los pastelitos de esa tienda son muy buenos.Respecto a la visión histórica del asunto, lo único que hago es transcribir una experiencia ajena que me pareció cuanto menos paradójica, y sobre todo entrañable.La "abuelez" seguramente es un estado del alma.Y eso no sabe de ideologías ni de lo "políticamente correcto", aunque en esa época no se usara este término.
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