Esta era una reina muy exótica que viajó a un país cuyos
habitantes se pirraban por todo lo que sonase a extranjero.
Lili’uokalami, primera y última reina de Hawái, visitó la
Inglaterra de la Reina Victoria.
Como es lógico, entre los invitados a la recepción existía una
gran curiosidad por conocerla.
En cierto momento, la reina aborigen comentó que por sus venas
también corría sangre inglesa. Algo parecido a un movimiento sísmico recorrió
la sala. Todos los miembros de la nobleza se miraron de soslayo. Uno de ellos
se atragantó, otro se recolocó la chorrera que cubría su pecho mantequilloso.
Las damas cuchichearon, burbujeantes. Una condesa con aspecto de lebrel hizo de
portavoz y se lanzó a preguntarle si acaso ella descendía de la relación entre
un conquistador y una nativa.
Lili’uokalami soltó una contundente carcajada, y a continuación
afiló el gesto para decirle que nada de eso. Era simplemente que su bisabuelo
fue uno de los que participó en aquel patriótico festín en el que se homenajeó
a James Cook, repartiéndolo entre la comunidad. A él, en concreto, le
tocó el corazón.
Es por eso que yo tengo algo de sangre inglesa recorriendo mi
sistema circulatorio, querida ─respondió, sonriendo.
Me ha gustado mucho :) una reina nunca miente y, además, sabe cuando cerrar esas bocas tan ansiosas de hacerte dejar mal.
ResponderEliminarEsa habilidad tan envidiada por mi de tener la respuesta adecuada en los labios en el momento oportuno para quedar como una reina. A mi siempre se me ocurre después, cuando ya no está el interlocutor. Saludos muy calurosos!
EliminarA mi siempre me pasa en la ducha, ahí tengo las mejores respuestas :)
ResponderEliminar