Un piojo
sobre la hoja en blanco. Humilde máquina de destrucción. Perfectamente
artrópodo, con todas sus piezas articuladas y el vientre geométrico repleto de
sangre.
Se debate
patas arriba luchando contra el aire que lo aplasta, contra mi mirada curiosa,
contra el huracán de mi respiración.
Mueve las patitas como si el mundo fuera una gran pelota y él tuviera que hacer
acrobacias con ella. Consigue desplazarse un milímetro a la derecha. Se detiene
para recuperar fuerzas. Parece que el peine metálico le ha perforado
ligeramente el abdomen.
Mi mano
escribiendo este texto pasa por encima de su cuerpo simétrico, el párrafo se
acerca a su vientre agotado. Ahora ya solo mueve una pata y sus dos quelíceros
minúsculos tantean el papel en busca de sangre, de mucosas, de grasa… Los caminos
de la tinta lo alcanzan y le ceden el escenario de dos líneas en blanco.
Levanta el vientre en un último gesto de orgullo parásito y se desploma rodeado
de las palabras que yo escribo y que hablan de su muerte inocente y digna. Su
cadáver viaja hacia la papelera envuelto en un sudario doméstico: un pañuelo
blanco de celulosa.
Ha muerto el
piojo. Nadie lo reclama, pero sus parientes no se resignan a perder esta
batalla, intermitente pero feroz, que se libra en la sedosa melena de mi hija pequeña.
Este microrrelato ha sido seleccionado para el número 9 de la revista Plesiosaurio, primera revista de ficción breve peruana. Aquí
Este microrrelato ha sido seleccionado para el número 9 de la revista Plesiosaurio, primera revista de ficción breve peruana. Aquí
Inmenso homenaje para un ser tan repugnante, Paz. He sentido lo mismo que cuando veo las exequias de algún dictador que se va muriendo...
ResponderEliminarUn abrazo,
Si son tan ricos, con sus pelitos, sus órganos perforadores, su cabeza sin ojos y sus uñas retráctiles... para qué querrán los niños soñar con dragones y aliens si los llevan en la melena!
EliminarLo de los dictadores es una buena asociación, por lo de chupar la sangre!
un abrazo, Pedro
Me asombra cómo puedes hacer literatura hablando de un piojo. Claro que el final lo aclara: sangre de tu sangre. También podría hablar de la metáfora del escritor que vuelca al papel toda la indignación sobre un acontecimiento y que al final termina en la papelera mientras los indeseables siguen con su festín. Feliz día, Paz.
ResponderEliminarEstá muy bien eso de ver lo que a cada uno le sugiere un texto: lo de los escritos, la papelera y los que nos parasitan. Buena asociación, Ximens. Un abrazote
EliminarMe ha gustado mucho el relato. Es un bichillo repugnante pero tú le has sabido dar un aire interesante.
ResponderEliminarMe alegro mucho, mucho
Gracias Elena, eres algo parecido a una hada madrina del mundo del microrrelato. El parásito y yo te lo agradecemos mucho.
Eliminar¿Te puedes creer que me ha dado hasta grima? El próximo protagonista de un microrrelato que sea tan tierno como un oso de peluche, por favor. ¡Ah!, y a poder ser sin ácaros y desparasitado.
ResponderEliminarJajaja, Mazcota, cuanto tiempo sin "verte". Prometo intentarlo con un osito de peluche desparasitado, va a ser difícil pero me gustan los retos. Abrazo
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