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sábado, 28 de junio de 2014

Tareas cotidianas

Ilustración: Duane Keiser 


Cada día  
inauguro un manantial o una  fuente,
limpio las legañas de los ventanales
preparo el instrumental de mi memoria
y pongo los sueños a remojo.

Enfrío los desalientos
engraso las bisagras de lo real,
cocino mis ansiedades,
bebo las lágrimas del monstruo interior.
Construyo castillos inestables, 
tejo un hilo de funambulista
y aseguro la red con clavos de caramelo.


Trajino con el tiempo,
negocio con el espacio,
riego con palabras mis libretas de colores
y las pizarras de las aulas.
Después, desconecto de la electricidad.


Me fundo con espectros melancólicos
y me alimento de sus cuerpos imperfectos.
Me enfrento con el silencio,
casi siempre me entrego a él,
o busco la luz por los rincones.

Por la noche
me enredo en el ovillo de la pereza
buceo con cachalotes
o juego con las sirenas,
aflojo el cable de acero
y me deslizo por una rendija
para buscar
   una nueva fuente o un manantial.



2 comentarios:

  1. Creo que muchos -o algunos- buscamos cada día inaugurar una fuente o un manantial pero la realidad a veces es terca y se resiste a corresponder a nuestros sueños. Soy también melancólico y suelo hozar en la tristeza que me acomete en días de verano recién iniciado. Y así hay días en que no descubro esas fuente o ese manantial y uno tiene que aceptar que también lo gris tiene matices.

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  2. Incluso el agua ,incolora , de las fuentes que a veces se secan tiene sus matices. Solo hay que esperar un poco a que se recupere el nivel freático y rogar para que no continue la "pertinaz sequía". Un saludo refrescante Joselu

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