Fotografía de Emmanuelle Brisson
Es verdad que últimamente resultaba cada vez más
complicado encontrar las llaves. Siempre enredadas en una maraña de monedas,
bolígrafos, protectores labiales o envoltorios de caramelos… por pequeño que fuera
el bolso. Pero hasta hoy nunca pensé que el gesto previo a abrir una puerta se
pudiera convertir en un acto temerario.
Ha ocurrido hace una hora, al regresar del trabajo. Mi
mano se ha sumergido, impaciente, en el bolso grande. En su descenso ha
atravesado la zona superficial de las libretas y la cartera hinchada de
resguardos, ha rozado con el dorso la espiral de la agenda y la caja de tiritas,
y al llegar al fondo ha palpado unas cuantas monedas sueltas.
Ha continuado indagando, las llaves no podían estar muy
lejos. En las inmediaciones, un ánfora tapizada de poliquetos y un cofre
oxidado que servía de refugio a un pulpo. Unos cuantos pececillos se han
sorprendido al unísono al escarbar en la cueva del rincón, donde los rugosos
corales le han propinado un arañazo en el pulgar.
Tan ensimismada estaba la mano en sus hallazgos abisales,
que la tremenda descarga eléctrica le ha pillado desprevenida. Ha emergido disparada
hacia la superficie, enredándose por un momento en unas extrañas cintas pardas.
Y aquí estoy yo. Sin aliento. Sentada en el rellano de la
escalera. Mirando a mi bolso de reojo y esperando que algún otro miembro de la
familia se digne a volver a casa de una vez.
Con este microrrelato he quedado finalista en la convocatoria 7x500 de Cuentos para el andén
Éste es de aquellos micros que a uno le hubiera gustado escribir ;)
ResponderEliminarSaludos cordiales
Esto si que es un elogio de los buenos, Gabriel! Muchas gracias y bienvenido a las profundidades abisales de mi bolso.Un abrazo
ResponderEliminarSabía que los bolsos de mujer encerraban muchos misterios pero este relato me ha hecho temerlos. Un relato nacido de una gran imaginación.
ResponderEliminarUn abrazo.
El mío lleva dentro un universo completo, con un cepo incluido. A veces no puedo sacar la mano. Gracias por pasarte Josep María, y por el piropo sobre la imaginación.
EliminarEstoy con Gabriel, absolutamente: envidia me da.
ResponderEliminarEs un bolso fantástico aunque... de un poco de miedo
Vaya, me resulta raro ser envidiada. Pero si que os dejo envidiar a mi bolso, es prodigioso, con sus calamares y sus continentes sumergidos él. Gracias Luisa, seguro que tu bolso también es estupendo (sonrisa cómplice) y misterioso. Abrazo
EliminarJajaja.... Brillante y divertidísimo.
ResponderEliminarMiriam!! que nos vamos a conocer en muy breve!! Ganas!! Mis alumnos y mis hijos me recordarán siempre con el brazo metido en mi profundísimo bolso y sacando de todo antes que las llaves. Besos anticipados
ResponderEliminarA mí me gustaría tener un bolso así. Episodio divertido y fantástico. Lo mejor: todo lo que nos cuentas con un bolso!
ResponderEliminarBesos
Mei, hay muchas más cosas de las que pueda parecer en cualquier bolso. Mira dentro del tuyo y seguro que encuentras criaturas extraordinarias y restos de otras vidas jaja. Gracias por pasarte!
EliminarMuy imaginativo y bien escrito. Suscribo lo dicho por Gabriel.
ResponderEliminarMe alegro de haber encontrado tu rincón Paz, y de haberte conocido.
Un abrazo.
Lo mismo digo Yolanda,un gusto haberte conocido.Y bienvenida a mi rincón.
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