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domingo, 22 de septiembre de 2013

Mamá



…a  todos los que tanto te hemos querido nos está resultando muy difícil ubicarte en algún lugar concreto; te vemos en todos los rincones de nuestras casas: en las cortinas, en las sábanas, en toda la ropa y las recetas de cocina que confeccionaste para todos nosotros con una generosidad sin medida y sin fronteras. A veces miramos al cielo, otras a la naturaleza, de repente te haces presente en una fotografía o en una conversación, o sobreviene algún recuerdo con una nitidez que deslumbra y paraliza. No sabemos qué hacer con ese estar en todas partes y en ninguna con el que ahora  te manejas. Si nos miramos adentro, allí también te encontramos, agazapada y traviesa, en el silencio, en el vacío de nuestra tristeza , en el sosiego de nuestra alegría por haber tenido el privilegio de tenerte y de gozarte hasta el final.

Te marchaste sin estrépitos,  sin molestar, cerrando dulcemente la puerta, del mismo modo que viviste. Fuiste tan considerada que tuviste el detalle de  ajustar tu enfermedad a las vacaciones de tus hijas. Y te dejaste cuidar  de la manera más espectacular: quitándole importancia a tu enfermedad y a tus miedos, con tu sentido del humor intacto, sin reclamar nada, insistiendo en asegurarnos que estabas en manos de Dios, sorprendiéndote y disfrutando de ser por una vez el objeto de la atención y el cariño indisimulado de tu marido, de tus hijas, de tus hermanas, de tus nietos…. Sin saberlo nos estabas dando valiosísimas lecciones de cómo vivir, de cómo morir.

Creo que el mejor homenaje que podemos hacerte, la mejor manera de honrarte es amortizar toda la energía de tu cariño, seguir experimentando el amor a la vida que tú nos transmitiste,  recordar tu entrega, tu dignidad, tu lucidez  y tu generosidad  con gratitud. O intentar- difícil tarea- cultivar alguna de las muchas virtudes que te caracterizaban.

No ha sido en vano el amor que nos has tenido,  no ha sido inútil tu energía , tu ternura, tu valentía , tus habilidades , tu capacidad de convertir en confortable todo lo que tocabas.

Tú seguirás ahí, en las cosas que nos recuerden a ti, en nuestro interior  o en algún lugar de una dimensión imposible de imaginar. Siempre estarás con nosotros. En nosotros. Y nosotros en ti.

Descansa tranquila donde tú querías, y guárdanos, serena, tú que todavía irradias tanta luz desde tu invisible presencia.

4 comentarios:

  1. : Tú seguirás ahí, en las cosas que nos recuerden a ti, en nuestro interior o en algún lugar de una dimensión imposible de imaginar. Siempre estarás con nosotros. En nosotros. Y nosotros en ti.
    Un besazo y gracias por compartir estas sentidas palabras que, evocan tanto cariño, tanto amor

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    1. Gracias Txell, a mi madre era muy fácil quererla mucho.Y es muy difícil, como dice Rosa Montero, acostumbrarse a la "ridícula idea de no volver a verla". Habrá que buscarla con otra mirada.Gracias otra vez.

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