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viernes, 15 de marzo de 2013

La gioconda





Una parrillada de fin de semana en el chalet de la urbanización suele ser garantía de pocas sorpresas, pero ayer se confirmó que los fenómenos paranormales se pueden esconder agazapados en cualquier esquina de la realidad, para saltar a la yugular sobre los más incautos. 
Cuando nos dimos cuenta del origen del polvillo que había sobre las sardinas que nos acabábamos de comer ya era demasiado tarde.
No teníamos nada que objetar a que cada uno haga lo que quiera con las cenizas de sus muertos ( una amiga mía me confesó un día que ella quería que sus cenizas se esparcieran- disimuladamente- por el Corte Inglés, el lugar en el que pasaba sus mejores horas). Comprendíamos, además,  que la señora María había pasado muchos veranos en la casita adosada contigua a la nuestra, últimamente muy impedida pero siempre con esa sonrisa entre irónica y resignada. Que le iba a resultar muy placentero flotar por toda la eternidad sobre su jardín y así contemplar como crecían nietos y biznietos desde su nueva dimensión gaseosa. La situación era impecable, y muy emotiva. Los vecinos ya nos habían contado lo que harían cuando fuimos al tanatorio.
Con el único elemento con el que podíamos enfadarnos era con esa indiscreta ráfaga de viento que había desviado el desarrollo del rito funerario hacia nuestro jardín, con un remolino juguetón sobre la parrilla donde se freían las sardinas.
La señora María viajará, a partir de ahora, allá donde nosotros y todos nuestros invitados vayamos. Conocerá el ancho mundo que se le negó al encerrarla durante tantos veranos en ese aburrido y claustrofóbico chalecito.
Nunca es tarde para comprender el motivo de una sonrisa enigmática.

( Este microrrelato quedo finalista en el concurso de la microbiblioteca el pasado mes de noviembre 2012 ) 

4 comentarios:

  1. Me ha recordado lo que me refirió una amiga, patrona de barco, que se ofreció a esparcir las cenizas de la madre de un amigo... ¡y las recibió de lleno por lanzarlas a contraviento, jaja! La clave de tu relato es esa sonrisa perversa, ¿giocondina?, vaya que sí. Con ella me marcho.
    Feliz fin de semana

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  2. Feliz finde para ti también, con sonrisa enigmática incluída.Gracias por pasarte.

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  3. Me gusta ese viaje de la señora María, Paz y -por supuesto- esa sonrisa enigmática que se comprende al final y que -técnicamente- apuntala y hace grande todo el micro.

    Mis aplausos y -sólo por si entonces no lo hice- ¡enhorabuena por esa mención!

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    1. Gracias Pedro ,pero seguro que ya me felicitaste en su momento , tú no escatimas caricias.Un abrazo!

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