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viernes, 30 de diciembre de 2022

La riada

 

                                                              Fotografía propia


Cuando Don Ricardo preñó a la hija de la Engracia, la familia se mudó a una ciudad del sur.

Al año regresaron. Engracia acunaba a una niña de tres meses envuelta en un chal. Su hija llevaba la vergüenza prendida en su mirada y una venda prieta alrededor de sus pechos. Oculta a la visión de la gente, la leche blanca y esperanzada se iba transformando en un suero sucio y amarillo. Desde entonces algo fétido y doloroso rezumó bajo la superficie de las cosas sin derramarse del todo.  

El silencio se instaló en aquella casa, y colmó todos los resquicios de su realidad. La pequeña compartió apellidos y juguetes con su verdadera madre, convertida ahora en su hermana. La estrategia era impecable si la abuela cumplía resignada su papel de madre añosa. La confusión funcionó. Nadie habló.

Pero sesenta años después Don Ricardo, en su lecho de muerte, reconoce a esa hija. La herencia inesperada retuerce el árbol genealógico hasta convertirlo en un olivo milenario. El silencio escapa de su guarida y cede todo el espacio al grito, a la murmuración y a todas esas palabras astilladas que ahora circulan como troncos liberados de una presa tras la riada. 



Con este relato he participado en la última propuesta anual de Esta noche te cuento, sobre SILENCIOS. Aquí se puede leer en la web de Esta noche te cuento. Al final he sido seleccionada y entro, in extremis porque es el último tema, en ese libro tan especial y querido. ¡Gracias al jurado! Y felicidades a los demás seleccionados y mencionados ( aquí

lunes, 12 de diciembre de 2022

NO

 

                                                               Fotografía propia. Santiago de Chile


Mi hija está mirando NO, una película ambientada en el Chile de 1988 durante la campaña para el NO en el referéndum en el que se votaba la continuidad de Augusto Pinochet.  Cuando termina de verla le pregunto si le ha gustado, y le recuerdo que hace unos años estuvimos a punto de irnos a vivir a Santiago de Chile. Si mi marido hubiera aceptado el trabajo que le ofrecieron ahora estaríamos allí haciendo cábalas sobre cómo hubiera sido nuestra vida si NO hubiéramos aceptado y estuviéramos viviendo en Molins. Estaríamos imaginando la vida que estamos llevando ahora, en la que fantaseamos en cómo hubiera sido nuestra otra vida allí. Pero NO.



viernes, 2 de diciembre de 2022

La ciudad introvertida



Hemos estado allí, y podemos afirmar que en realidad existe. Pero a Teruel le conviene y le sienta bien habitar el territorio del olvido. Cada madrugada se resiste con fiereza a que el primer rayo de luz rompa su envoltura de niebla y puedan así materializarse de nuevo sus monumentos, murallas y apeaderos con idéntico diseño y color que los del día anterior. Restos deshilachados de esa bruma se retiran al campo cada mañana para regresar al anochecer y devolver a la ciudad a su anhelada inexistencia.