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lunes, 27 de noviembre de 2023

Vodevil


 

Estuve tanto tiempo al otro lado que ahora soy incapaz de disfrutar del momento. Todo me recuerda a cuando era yo quien actuaba en estos lugares de postín. El predecible guion: uno propicia un diálogo trivial, otra sonríe mientras acaricia una botella, alguien quiere aclarar algo con voz cantarina. Entran y salen sin descanso. Vocalizan. Se contonean. Y vuelta a empezar.

Reconozco que son grandes profesionales en el arte de embelesar y obtener nuestra atención. Pero yo sé lo que ocurre entre bambalinas. Cómo se les desmorona la sonrisa y chasquean la boca al salir de escena, cómo intercambian gestos en cuanto dan la espalda a la audiencia, y sobre todo con qué cinismo critican nuestro aspecto nada más terminar el espectáculo.

Porque, realmente es un auténtico espectáculo para los sentidos el menú de catorce platos que ofrece este restaurante de cuatro estrellas. Y aunque les comprendo ─fueron muchos años currando de camarera─ no puedo soportar que nos vean como otra pareja de pringaos capaces de pagar semejante pastizal por un menú degustación. Y menos aún que, por culpa de sus constantes interrupciones, no tengamos ni un minuto de intimidad para disfrutarlo.  


Microrrelato presentado a Esta noche me cuento en la actual convocatoria inspirándonos en la sentencia Acta est fabula ( "Se acabó la función") de Plauto. Aquí en la web de Esta Noche Te Cuento

lunes, 20 de noviembre de 2023

Penúltimas tardes con el Pijoaparte

 

Manolo se sienta a contemplar la ciudad, que se le ofrece como una red tensada bajo sus pies. Al final  está el mar, exhibiendo su trazo con rigor. Pero lo que hay que pescar se encuentra en esta malla de calles, ventanas y terrados que ve desde su atalaya. O un poco más allá.




Baja desde las barracas del Carmel hasta las mansiones con jardín de Sant Gervasi. Descender para medrar, es el plan. Si funciona, sustituirá la moto robada por una propia, extraerá la raíz de cuajo, engañará al destino, será otro.



Una tarde se cuela en un guateque al que no ha sido invitado. Porque la vida debería ser una fiesta. Y él la merece, aunque no tenga buzón donde recibir invitación. En el jardín de la casa donde conoce a la chica, las plantas tienen un porte sereno que nunca vio en los matojos que resisten alrededor de las chabolas de uralita. 




Ella acaba subiendo al barrio bajo. Se deleita en su propia audacia. Siente que se libera de un tedio muy antiguo. No puede soportar sentirse tan Teresa, tan de su entorno y de su familia. Quiere ser otra. 

Todo termina mal, como era de esperar.

Pero, en algún momento, ambos pueden haber imaginado la fusión de esas dos identidades huidizas en la forma de un híbrido: un niño. Un pijoaparte diminuto. Una criatura de una sola pieza, que se sabe sólido y real, pero que aun así no puede evitar fingir. Porque es pura ficción, y los personajes de ficción saben que habitan en el único territorio donde el fingimiento y la verdad son una misma cosa.




 

 

 

 

jueves, 2 de noviembre de 2023

Me tengo que ir

 


─Hola, mi amor- exclama Olga entrando en la habitación.

─Haga el favor de callarse, yo no sé quién es usted.

─Mamá, soy yo, tu hija.

─Ni hablar. Yo tengo una hija, pero es mucho más joven y guapa que usted.

─ Y ¿quién es tu hija?

─Yo tenía una hija que murió. Y luego está mi hija Olga, Olguita. Y también tengo nietos. Pero, déjeme ya en paz, no puedo perder más tiempo con usted. Tengo muchas cosas que hacer.

─Y ¿qué hace tu hija Olga? ¿dónde dices que está?

─Ella trabaja en una oficina. Mire, ahora le vamos a llamar para que venga a buscarme porque yo ya estoy lista para irme. Ya he terminado todo aquí y ya me puedo ir.

─No te preocupes, ahora la aviso para que venga.

─Gracias. Por cierto, dígale que me traiga mi cartera y un suetercito.

─ ¿Y para que los quieres? Aquí no los necesitas.

─ Pero que impertinente es usted, alguien se lo tenía que decir. Los necesito porque mi marido me va a venir a buscar en cualquier momento. Se llama Bebo y él es muy impaciente. Él llega, toca el claxon y nos tenemos que ir rapidito. Él es muy impaciente. Y yo no quiero que se disguste, así que haga el favor de ordenar que me lo traiga todo para tenerlo listo y cuando él llegue poder salir de este sitio tan horrible.

─ Mamá, papá murió hace veinte años. Pero, dime, ¿Tan horrible te parece este centro?

─Horrible es poco. El otro día, cuando me llevaron al comedor en esta espantosa silla de ruedas le canté las cuarenta a la directora: ¿Qué clase de servicio hay aquí que las mesas no tienen manteles de tela? ¡Manteles de hule! ¿Pero qué es esto? ¿Y dónde están mis servilletas? ¿Qué manera de servir la mesa es esta?

─ Aquí estás bien. Tienes tu habitación con terraza. Muchos de los trabajadores son hispanos. La comida no es la basura que toman los gringos. Te dan café con leche, que a ti te gusta mucho, y yo te traigo esas laticas de caldo con mucha proteína. Te lavan y te ponen talco todos los días. No te puedes quejar.   

─Pues claro que me quejo. Aunque a ratos me divierto. Ayer, cuando esa chica tan boba acabó de fregar el suelo, empujé el jarrón de vidrio y le dije: aquí se le ha quedado algo por limpiar.

─ ¡Mamá, por Dios! ¡Cómo puedes hacer esas cosas!  

─ ¡Basta ya de mamá y mamá! Usted no es mi mamá. Mi mamá me va a venir a buscar esta noche y nos vamos a ir al malecón a recoger caracolas y algas. Así que déjeme en paz y váyase antes de que llegue mi mami.