Los caballeros tienen un aspecto imponente. Las catapultas parecen
auténticas. Los estandartes lucen los mismos colores brillantes que los que vio
este verano en Siena mientras se documentaba recorriendo los lugares históricos.
Acaba de conseguir el castillo. El guión ha sido meticulosamente
revisado.
La leyenda del Rey Arturo se ha puesto en escena muchas veces, lo
sabe, pero esta versión es definitivamente novedosa. Está deseando tenerlo todo
preparado para empezar.
Por fin ha conseguido olvidarse del montaje anterior: una historia de
piratas. Las experiencias vividas con el barco, los figurantes y la isla han
continuado rondando sus pensamientos muchos días después de desmontar los
escenarios.
Ahora que ya dispone del castillo, una nueva obsesión engrasará sus
energías hasta que consiga llegar al final. Hasta que todo encaje exactamente
con la historia que ha construido tras tantas horas de preparación, y que ahora
visualiza incluso en sueños.
Cuando compra los accesorios y el attrezzo
dice que son para su sobrino, no tiene por qué dar explicaciones
innecesarias. Está claro que no debe de haber muchos dependientes de juguetería
dispuestos a comprender su enfermiza pasión por representar novelas históricas
con los playmobil.
La impresionante fotografía del castillo me la ha prestado Beatriz Alonso Aranzábal
Sólo algún dependiente muy viejo le perdonaría... acordándose del Exin Castillos.
ResponderEliminarFeliz de que mi foto acompañe tu relato. Un beso
En cuanto la he visto me he acordado de este relato que reposaba lleno de polvo, como las piezas del Exín Castillos que descansan en algún sótano de la casa de mis padres, o los playmobils que hasta hace no demasiado corrían por mi casa.¡Gracias por resucitar tantos recuerdos con esa imagen!
EliminarJeje, so y soy de la generación de los indios y americanos. Aquellos que al bajarlos del caballo caminabas espatarrados hacía el indio malo. La creatividad de los niños es impresionante, como esa foto de B.A.A. Recuerdo la polvareda de mi caballo por las calles del pueblo, igualita a la de mi abuela cuando barría el patio.
ResponderEliminarPues los fortines de indios y vaqueros también darían para un microrrelato. Me acuerdo de ellos, y de los madelmans, y de los Exin Castillos,y de los caballitos de madera que corrían produciendo unas polvaredas como las que dejaba el tuyo. Y de los árboles a los que trepar como si fueran torreones de un castillo. Y eso que yo no era chico. Ay, esto de ser tan empática... ¡Gracias por tu comentario, Ximens!
EliminarUy, ¿sólo yo me acuerdo de los sobres sorpresa?
EliminarYo también,especialmente los de la tómbola.Y tambièn de las muñecas de papel con vestidos recortables que se enganchaban doblando unas tiritas blancas, pero de eso no me acuerdo tanto como de las cosas para chicazos como las escopetas de balines de las ferias.Yo tenia bastante punteria.Y de los autos de choque.Uigh, hablamos como viejas glorias....
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