Por fin ha llegado el momento en el que el guerrero adolescente es abandonado a su suerte. Ahora ha de enfrentarse -en soledad y a la intemperie- a todos sus miedos, y demostrar que ha aprendido las habilidades que durante tantos soles practicó con el chamán. Si posee el instinto y la raza superará el ritual y accederá al complejo conjunto de señales con el que sus mayores nombran el Universo.
Tiene sueño, casi no ha comido, lleva la cabeza rapada y el cuerpo tatuado con sus símbolos. Para enfrentarse a lo que le espera tan solo le está permitido usar un arma.
Segregando adrenalina, confía en su coraje y se adentra en el texto de lengua castellana, abriéndose paso con su bolígrafo entre las frondosas metáforas de la primera de las pruebas que va a tener que superar durante los tres días de supervivencia en el tupido paisaje de la Selectividad.
Este microrrelato quedó finalista en el IV Concurso de Microrrelatos Caja de Avila (2011), y fue incluido en un libro digital juntamente con el relato ganador y los otros ocho finalistas, ilustrados por artistas locales, en mi caso Eduardo Palacios ( gracias , quienquiera que seas, me gustó tu dibujo )
Lo dedico a todos los alumnos y ex alumnos que he preparado para la selectividad en mis años de docencia.
Lo dedico a todos los alumnos y ex alumnos que he preparado para la selectividad en mis años de docencia.
Eso sí que es un ritual de iniciación y no la tontería esa de colgarse de un árbol por los pezones, je je.
ResponderEliminarMuy bueno Paz, y muy actual.
Abrazos.
Eso me pareció uno de los años que vigilé en las PAUs, mientras aparentaba controlar que no copiaran:que era un auténtico ritual de iniciación.Gracias por pasarte, Miguel.
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