Me mira. Todos los días.Cuando salgo del tren y paso por delante del
edificio de camino al trabajo. Desde la terraza del primer piso. Fijamente.
Como si buscara a alguien.
No hay cortinas y la puerta de la terraza está abierta. Pienso en el frío
que estará pasando ahí afuera. Dan ganas de subir a abrazarle. Asoma medio
cuerpo desmadejado y sarnoso por encima de la barandilla y mira a la calle,
como trastornado. Adentro solo hay paredes enmarcadas en aluminio. Me imagino
la secuencia: primero notifican, luego vacían, después vienen los del banco a
cerrar. Como no saben qué hacer con semejante animal lo retiran de en medio
para poder limpiar mejor. El oso es más grande que ellos. Cargan su peso muerto
y lo arrojan a la terraza que da a la calle de la estación. Abajo ,
sentados en el alféizar de una ventana del bar, pasan el día los taxistas
esperando un cliente y haciendo bromas con la chica guapa que siempre les
acompaña. En la otra esquina un par de jubilados reparten folletos con
ilustraciones del reino de Dios y
rebaños de corderos.
El descomunal oso de peluche intenta llamar la atención con sus brazos
abiertos en una contorsión que recuerda una súplica. Pero todos aparentamos que
no pasa nada, que no vemos al enorme peluche de tómbola ni oímos su grito
silencioso y naranja.
Mi tercera propuesta para la primavera de microrrelatos indignados
Ese peluche era de alguien, como la casa, las paredes. Es la metáfora de lo abandonados que están dejando a la gente, sin nada a lo que recurrir.
ResponderEliminarTremenda crítica Paz, pobrecico, si nadie se lleva al oso, me lo quedo yo.
ResponderEliminarUn abrazo desde el alambre.
¿Somos el adorno de nuestras casas? Me pregunto, ¿hay algo que nos pertenezca? ¿En qué momento he dejado de ser un animal social para convertirme en un oso solipsista?
ResponderEliminarUn espejo de microrrelato, Paz. Excelente :-)
Luisa, Miquel , José Luis! entre todos vamos construyendo las alambradas con todo lo que encontremos , ositos de tómbola incluidos. ¡Gracias por entrar y comentar!
ResponderEliminarComo dijo Flaubert "El oso soy yo.." Saludos.
ResponderEliminarCortazar también nos explicó una historia muy rara de un oso que subía y bajaba por las cañerías, que seguramente también era madame bovary jaja Saludos, Pablo!
EliminarComo un enorme grito mudo cada día que pasas por la terraza. Me gusta tu blog, así que me quedo. Te animo a visitar el mío.
ResponderEliminarSaludos Paz
¡Gracias Jaal,y bienvenido!Me pasaré por tu blog.
Eliminar