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miércoles, 22 de mayo de 2013

El futuro del pasado



La señora Capuleto y la señora Montesco se encontraron en el mercado de la Piazza delle Erbe -al fin y al cabo Verona no era más que un pueblo- quince días después de la desgraciada confusión que llevo al suicidio sucesivo de sus impulsivos hijos.
Ahora que el destino les había vetado ser las consuegras más enemistadas de la historia de la literatura universal, se miraron fijamente a los ojos buscando una salida. En lugar del odio y la tristeza previstos, no pudieron evitar imaginarse la felicidad de hacerse apacibles visitas para tomar pandoro con café y, aun más adelante en ese imposible futuro, cuidar juntas de sus bellísimos y apasionados nietecitos.   
  
                                                                     Fotografía hecha en la Piazza delle Erbe  de Verona, en un viaje.

7 comentarios:

  1. Las Madres, ay las Madres, qué no son capaces. Je je.
    Un saludo Paz.

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    1. Definitivamente las madres, incluidas las de ficción, son lo más.No te digo las abuelas :-)
      Saludos, Miguel

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  2. Una vez pasado el espejismo, sacaron las navajas y se dispusieron a saldar esas cuentas pendientes.

    Saludos Paz

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    1. Vaya, este final anula el idílico comentario anterior.No sé yo,pero viniendo de Shakespeare,es muy posible que ese encuentro acabara en una tragedia todavía mayor.Ay.
      Saluditos pacíficos

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  3. Paz, este relato me produce vértigo "ascendente". Es como si aquella historia hubiese continuado y esas mujeres se imaginaran ese futuro. Es la creación literaria dentro de la propia literatura, eslabones al cielo de las novelas.

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  4. Me gusta haberte producido "vértigo ascendente" Ximens, es precisamente lo que pretendía! Abrazo

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