Lo que más emociona a Alejandro no es llegar a su destino sin problemas , sino el preciso momento en el que las nubes quedan abajo. Las turbulencias, que tan nervioso ponen al resto de los que viajan en avión –azafatas incluidas-, no solo no le impresionan sino que le proporcionan ese exceso de adrenalina que le llevará al climax en cuanto atraviesen el límite de las nubes. Le fascina esa capa de la troposfera en la que la textura del aire se vuelve gelatinosa y rebelde, y los estados de la materia confluyen en un remolino de presiones contrapuestas y de gases coagulados que recuerdan a una crisis.
No le gusta el Mediterraneo, con sus cielos nítidos y sus
azules estridentes. Cuando viaja por Europa su mayor deseo es despegar desde la bruma de
un aeropuerto del norte. Al llegar a la luz-aun más sorprendente por el
contraste-comienza a sonar su propia banda sonora .
El problema lo tiene cuando vuela por el continente africano
y sus copilotos no tienen ni idea de quiénes son los Beatles; siempre le miran
raro cuando empieza a cantar en voz alta y sin ningún pudor Here
comes the sun mientras atraviesa
la única frontera que conoce.
( la foto es de Elías Ruiz Monserrat)
Hola paz, me gusta mucho como escribes, sigue asi!
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