Observa como la fila se
hace cada vez más corta. Dentro de nada le tocará a ella. Mete el dedo justo
donde se está descosiendo el dobladillo del uniforme. El hilo se tensa sobre su
dedo y al final cede a la presión.
Esta vez solamente tiene
una pelea con su hermano y una desobediencia a su mamá. Tonterías. Necesita
urgentemente algo más.
Se da la vuelta y, sin que
venga a cuento, le dice a su amiga que le han comprado un perro blanco.
Ya le toca. Se acerca algo
más tranquila al haber podido añadir una mentira a la raquítica lista de
pecados de esta semana.
Se arrodilla ante la
celosía color caoba, suspirando por hacerse mayor para aprender a pecar de
verdad y así poder impresionar a ese cura tan guapo que han traído las monjas
para que practiquen los rituales de la primera comunión.
( foto de Anna Castellví )
( foto de Anna Castellví )
Me gusta, sobre todo, por lo pegado que está a la realidad, Paz. Yo, que no he tomado la primera comunión, llegué a ir a catequesis porque estaba loquito por un niña que -a su vez- bebía los vientos por el "hermano" catequista.
ResponderEliminarUn abrazo,
El tuyo si que fue un triángulo como Dios manda , jaja!!
ResponderEliminarAbrazos