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miércoles, 2 de octubre de 2013

Domingo en el zoo

                                                                                                              foto:  Ali Jarekji  

La visita anual al Zoo resultó, como siempre, agotadora. Y un poco deprimente, la verdad. Los niños la disfrutaron, claro, corriendo de aquí para allá, riéndose de lo que hacían los macacos, esquivando pavos reales albinos, subiendo al trenecito. Reconozco que con las nuevas instalaciones todo tiene un aire más aséptico, más moderno. Hasta los delfines lucen más lustrosos y disciplinados.

Solo las jaulas situadas al fondo del parque conservan la antigua atmósfera decadente, ese tufo característico de zoológicos y circos. Allí se guardan los animales más antiguos, los olvidados, los que ya no están de moda. Un dientes de sable lleno de sarna se mueve en círculos dentro de su jaula mientras unos dodos medio desplumados deambulan picoteando restos de bolsas de patatas por afuera. Los mamuts resoplan de calor en su charco hediondo y el último tigre de Tasmania observa lo que queda del mundo con sus ojos rubios.

Pero lo más impactante fue volver al recinto de los primates. La visión de esas jaulas me persigue como una culpa. En la última, agarrado a los barrotes, un desdentado Neanderthal me miraba fijamente. Como si me reconociera. Como si quisiera decirme algo vital, o señalarme algún espanto que ya conozco pero que no atino a recordar.

                        

Este texto ha sido incluido en el número 71 de ficción breve de  la revista Axxón.¡Gracias! 
http://axxon.com.ar/rev/2013/09/ficcion-breve-setenta-y-uno-varios-autores/

4 comentarios:

  1. Enhorabuena, Paz, por la selección y la denuncia.

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  2. Javier, pues cuando lo escribí no pensaba en hacer una denuncia a la biotecnología sino fantasear con las posibles consecuencias "cienciaficcionísticas" de la clonación. O, también , de cómo no se puede regresar indemne del pasado.¡Gracias por tu felicitación!

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  3. Enhorabuena, Paz. Da repelús, tu zoológico. En Zaragoza había una osa en una jaula en un parque y estaba la pobre dando vueltas y vueltas alrededor de la pequeña piscina que tenía para remojarse, de niña me daba mucha pena. Me lo has recordado. besos

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    1. Los zoológicos pueden ser sitios muy decadentes y los animales, sobre todo los más grandes están muy neurotizados, los pobres. A mi también me producen pena, igual que los circos. Un abrazo de oso, Puri.

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