…a todos los que tanto te hemos querido nos está
resultando muy difícil ubicarte en algún lugar concreto; te vemos en todos los
rincones de nuestras casas: en las cortinas, en las sábanas, en toda la ropa y
las recetas de cocina que confeccionaste
para todos nosotros con una generosidad
sin medida y sin fronteras. A veces miramos al cielo, otras a la naturaleza, de
repente te haces presente en una fotografía o en una conversación, o sobreviene
algún recuerdo con una nitidez que deslumbra y paraliza. No sabemos qué hacer
con ese estar en todas partes y en ninguna con el que ahora te manejas. Si nos miramos adentro, allí
también te encontramos, agazapada y traviesa, en el silencio, en el vacío de
nuestra tristeza , en el sosiego de nuestra alegría por haber tenido el
privilegio de tenerte y de gozarte hasta el final.
Te
marchaste sin estrépitos, sin molestar,
cerrando dulcemente la puerta, del mismo modo que viviste. Fuiste tan
considerada que tuviste el detalle de
ajustar tu enfermedad a las vacaciones de tus hijas. Y te dejaste
cuidar de la manera más espectacular:
quitándole importancia a tu enfermedad y a tus miedos, con tu sentido del humor
intacto, sin reclamar nada, insistiendo en asegurarnos que estabas en manos de
Dios, sorprendiéndote y disfrutando de ser por una vez el objeto de la atención
y el cariño indisimulado de tu marido, de tus hijas, de tus hermanas, de tus
nietos…. Sin saberlo nos estabas dando valiosísimas lecciones de cómo vivir, de
cómo morir.
Creo
que el mejor homenaje que podemos hacerte, la mejor manera de honrarte es
amortizar toda la energía de tu cariño, seguir experimentando el amor a la vida
que tú nos transmitiste, recordar tu
entrega, tu dignidad, tu lucidez y tu
generosidad con gratitud. O intentar-
difícil tarea- cultivar alguna de las muchas virtudes que te caracterizaban.
No
ha sido en vano el amor que nos has tenido,
no ha sido inútil tu energía , tu ternura, tu valentía , tus habilidades
, tu capacidad de convertir en confortable todo lo que tocabas.
Tú
seguirás ahí, en las cosas que nos recuerden a ti, en nuestro interior o en algún lugar de una dimensión imposible
de imaginar. Siempre estarás con nosotros. En nosotros. Y nosotros
en ti.
Descansa
tranquila donde tú querías, y guárdanos, serena, tú que todavía irradias tanta
luz desde tu invisible presencia.
Hermoso homenaje, Paz.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Sara, por entrar, sentir y decir.
Eliminar: Tú seguirás ahí, en las cosas que nos recuerden a ti, en nuestro interior o en algún lugar de una dimensión imposible de imaginar. Siempre estarás con nosotros. En nosotros. Y nosotros en ti.
ResponderEliminarUn besazo y gracias por compartir estas sentidas palabras que, evocan tanto cariño, tanto amor
Gracias Txell, a mi madre era muy fácil quererla mucho.Y es muy difícil, como dice Rosa Montero, acostumbrarse a la "ridícula idea de no volver a verla". Habrá que buscarla con otra mirada.Gracias otra vez.
Eliminar