Publicaciones

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Alas


Es interesante destacar que al principio devoran cada día el equivalente humano a cien quilos de lechuga, y no paran de crecer. Más tarde se repliegan ensimismadas y todos sus tejidos se disuelven en un caldo marrón del que surge finalmente la prodigiosa criatura, que ya no crece más.
Incansable, el entomólogo repite la información a los escolares que desfilan cada día ante las vitrinas de la exposición. Les habla de la imposibilidad de usar adjetivos para describir el color exacto de un ala de mariposa: el brillo metálico de las asiáticas y los tonos terrosos de las africanas escapan a las posibilidades de la escala cromática. Si acaso, se podría aludir a la arena para describir a las nocturnas y a la aguamarina para acercarse al color de algunas diurnas. El mayor espectáculo de transformismo ofrecido por la naturaleza consiste en que unas orugas cimbreantes y voraces se transformen en la belleza más efímera y generosa.
Los chicos le siguen, ensartados al hilo fibroso de sus palabras, confiados y ciegos como las orugas de la procesionaria.
Vitrina tras vitrina ilustra las peripecias que le llevaron a capturar cada ejemplar, señala antenas plumosas, describe artilugios de captura y métodos para la cría. Advierte del grave peligro de ahogamiento que supone la rotura de un ala. Fotografías del naturalista, en diferentes edades y selvas, observan el desfile de pequeños curiosos, mientras que sus  mariposas atravesadas por el alfiler sacrificial permanecen delicadas e impasibles en sus paneles, siempre idénticas a sí mismas.

En todo momento enhebra un discurso didáctico y erudito. Pero cuando llega a los paneles de las gigantescas mariposas de Indonesia y recuerda a aquella especie que era capaz de batir las alas de la misma manera que las aves, un extraño escalofrío le recorre el espinazo. Puede ver con nitidez a aquellos formidables ejemplares desplomarse como una bofetada sobre los sorprendidos cazadores. Una lluvia trémula, memorable. Solamente entonces, y durante un instante, desaparece de su propio discurso abandonando a los alumnos en la sala y vuela hacia la selva agitando sus pestañas irisadas y vibrátiles como alas de mariposa.



3 comentarios:

  1. Precioso. Da gusto mover las alas por tu blog. Me gusta esas pestañas irisadas de ver tanta belleza.

    ResponderEliminar