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jueves, 12 de septiembre de 2024

A veinte mil leguas de mi casa

Es verdad que últimamente resultaba cada vez más complicado encontrar las llaves. Siempre enredadas en una maraña de monedas, bolígrafos, protectores labiales o envoltorios de caramelos… por pequeño que fuera el bolso. Pero hasta hoy nunca pensé que el gesto previo a abrir una puerta pudiera convertirse en un acto temerario.

Ha ocurrido hace una hora, al regresar del trabajo. Mi mano se ha sumergido, impaciente, en el bolso grande. En su descenso ha atravesado la zona superficial de las libretas y la cartera hinchada de resguardos, ha rozado con el dorso la espiral de la agenda y la caja de tiritas, y al llegar al fondo ha palpado unas cuantas monedas sueltas. Ha continuado indagando, las llaves no podían estar muy lejos. En las inmediaciones, un ánfora tapizada de poliquetos y un cofre oxidado que servía de refugio a un pulpo. Unos cuantos pececillos se han sorprendido al unísono al escarbar en la cueva del rincón, donde los rugosos corales le han propinado un arañazo en el pulgar.

Tan ensimismada estaba la mano en sus hallazgos abisales, que la tremenda descarga eléctrica le ha pillado desprevenida. Ha emergido disparada hacia la superficie, enredándose por un momento en unas extrañas cintas pardas.

Y aquí estoy yo. Sin aliento. Sentada en el rellano de la escalera. Mirando a mi bolso de reojo, y esperando que algún otro miembro de la familia se digne a volver a casa de una vez.




 
He hecho algunas fotografías para ilustrar este microrrelato al que tengo tanto cariño. Gracias a la vecina, (que no conocía previamente) por dejarme el peluche de pulpo de su niño que vi a través de mi ventana.

4 comentarios:

  1. Me ha encantado el relato.. algunos bolsos parecen la guarida de cthulhu, pero el tuyo parece la mar de simpático, casi tanto como la vecina :)

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    1. ¡Gracias! Con este micro me ocurrió una cosa curiosa. Una amiga cuando lo leyó dijo: que interpretación tan original de la canción. ¿De qué canción? le contesté. De la de matarile rile rile, Donde están las llaves? En el fondo del mar. Y ahí me di cuenta de que tenía razón pero yo no había sido consciente para nada ni mientras lo escribía ni después. Me gusta mucho cómo se completan significados cuando ven lo mismo varios ojos.

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    2. Te entiendo perfectamente, a mi me gusta mezclar los textos con las fotos y no suelo hacer una conexión consciente entre ambas cosas. A veces aparece la foto antes, otra el texto, y la chispa que los une a veces es absurda.

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    3. Las conexiones que tienen sentido a posteriori son las que más me interesan y me sorprenden.

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