Publicaciones

martes, 24 de septiembre de 2019

Las mil y una


Apollinari Mikhailovich Vasnetsov

Primero construyó el castillo. Consiguió que las estancias alrededor del foso fueran tan frías y húmedas como los oscuros calabozos de los cuentos con dragón.
Después se acercó a la orilla e imaginó una tormenta de olas rizadas y nerviosas que anegaban la fortaleza, mientras sus pasos de gigante hacían temblar toda la playa.
¡Cómo le fastidió aquella inoportuna interrupción justo cuando se disponía a dispersar a manotazos a unos cachalotes que jugueteaban con destellos de charol alrededor de sus pies!
Regresó al castillo. Recogió las herramientas. Sacudió su toalla verde turquesa. Miro a su alrededor y, en lugar de doblarla y meterla en la bolsa, la desplegó un momento sobre la arena. Entonces se subió a ella con todo su séquito: las personas a la derecha, los espíritus a la izquierda.
El futuro escritor de microrrelatos pensó que le sobraba tiempo para volar hasta Damasco y regresar antes de que su madre consiguiera desatascar el mecanismo de cierre de la sombrilla.
Le sobraba tiempo, sí. Y también le sobraba imaginación y pericia. Habilidades que necesitaría cuando, de mayor, lo escribiera tratando a toda costa de que no le sobrase ni una sola palabra de las requeridas por el concurso.


Este microrrelato participó ( sin suerte) en el concurso Las toallas son para el verano. Los requisitos eran que saliera la palabra toalla, verano, y que tuviera como máximo 200 palabras. 


2 comentarios:

  1. Quizás buscaban algo menos ambiguo, ya sabes, más centrado... es lo malo de los concursos, que nunca queda claro lo que buscan ;) a mi me ha gustado, si sirve de algo...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me alegro de que te haya gustado. Una hace lo que puede, y luego encaja o no. Por cierto, cada vez que me comentas en mi recóndito blog, me pregunto si nos conocemos personalmente. Un saludo agradecido

      Eliminar