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domingo, 26 de junio de 2016

La que cumple sus promesas

Fotografía de Diane Arbús

La señora Gladys no pudo ver cómo su sueño de ser enterrada con peluca y pendientes se hacía realidad. Pero yo sí. Lo conseguí in extremis.  
Me acerqué al hospital cuando ya estaba en coma. Al plantearle la situación al bruto de su marido, éste me dijo que esos pendientes valían demasiado como para enterrarlos con ella. Con todo lo que me había contado sobre cómo la trataba, no me sorprendió en absoluto la respuesta.
Todavía tenía unas horas de margen para torcer el destino y cumplir con la promesa que le había hecho. Me acerqué a la joyería y compré unas perlas. El mismo día en que murió se las llevé a la maquilladora del tanatorio, que casualmente había hecho prácticas en mi peluquería. Me aseguré de que la peluca estuviera bien cepillada  y le di las perlas. A continuación rodeé el edificio para entrar por la puerta principal a la vez que los familiares, que llegaban en ese momento desde el hospital. Todo el mundo entendería que fuera de las primeras en llegar: por mi trabajo y por el gran afecto que le tenía.
Condolencias. Ojeras. Sollozos. Cuando abrieron la caja, el energúmeno con el que había compartido la mayor parte de su vida no dejaba de mirar fijamente a la difunta. Estaba muy guapa, con su peluca y mis pendientes. Por primera vez se la veía relajada, satisfecha, casi contenta.
Una espada afilada se me clavó en el omóplato izquierdo justo cuando doblaba por la puerta de salida. Por poco me alcanza en el corazón, esa mirada, pero la esquivé.
Alimentada con la energía que da la rabia cuando fermenta junto con la melancolía, me marché dispuesta a empezar otro día de trabajo. Bajé por las escaleras mientras descendía por mi propios sentimientos.    

                            Vigorosa
                                                     Diligente 
                                                                                   Tranquila
                                                                                                               Desolada


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