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martes, 22 de julio de 2014

Colores

                                                                                                           Para Sara 

Si se miran desde lejos, los Puertos de Beceite  se ven de color azul. Eso lo sabía yo con cinco años porque cada verano pasábamos las vacaciones en Tortosa. Siempre me impresionó el enorme macizo con forma de mujer dormida al fondo del valle. Y era azul. Luego he comprobado que no ocurre únicamente allí.
Ahora tengo dieciséis años. Acabo de terminar los estudios obligatorios. He sobrevivido a todo tipo de situaciones en mi trayectoria escolar, pero lo que me pasó el primer día de P5 ha quedado grabado a fuego en mi memoria. Creo que fue ese hecho el que, con el tiempo, me ha convertido en lo que mis profesores califican como una “chica rebelde”.
El primer día de curso, la señorita nos pidió que dibujáramos lo que habíamos hecho en verano, qué era lo que más nos había gustado del lugar de vacaciones. Yo dibujé, orgullosa, el chalet de mis abuelos:  la morera,  los gatitos, la piscina, mis hermanos bañándose en ella…y al  fondo la gran montaña azul. No entendí  por qué la profesora —cuando empecé a pintar con gran concentración el color de la montaña— me dijo, como si estuviera ofendida, que repitiera el dibujo. Que las montañas no eran azules, eran marrones o verdes, pero nunca azules. Lo único que era azul era el cielo, sino ¿cómo íbamos  a distinguir la montaña del cielo en el dibujo?, recalcó.
Yo la miré desolada y le dije que en Tortosa las montañas eran azules. Me contestó que eso era imposible, que lo debía de haber imaginado. Borré el color azul y coloreé la montaña de marrón, conteniendo mi congoja.
Este mes de Agosto hemos regresado a Tortosa. La enorme mole señorea el paisaje como una gran madre omnipresente. Allá donde mires está la montaña azul, se extiende bordeando el horizonte, no puedes escapar de su presencia. Acabo de hacerme una foto con la dama durmiente al fondo para dejar constancia de los orígenes de mi tozudez geológica, de lo absurdo de muchas de las ideas y prejuicios que nos transmiten algunos docentes, de mi rechazo a “lo que tiene que ser”, al “porqué sí”, a que me digan lo que tengo que hacer o lo que tengo que pensar. Voy a colgar la foto en el Facebook, aunque nadie entienda lo que significa para mí.


 Estoy en Tortosa. Sara está lejos, añoro nuestras conversaciones madre-hija. Y me acaban de pasar la portada definitiva del libro que he escrito con Jordi de Manuel, que saldrá en septiembre. Situaciones reales sucedidas en las aulas y transformadas  en relatos.En catalán, de momento. Por todo esto he elegido este relato del libro, para demostrar lo emocionada que estoy.
 ¡Gracias a todos los que habéis colaborado contándome vuestras historias! Y gracias a la editorial , por apostar por nosotros tal como están las cosas. Ha sido una experiencia extraordinaria escribirlo. 

                     Jordi y yo , contentísimos de haber trabajado juntos en este proyecto.

2 comentarios:

  1. Muchas enhorabuenas por el libro, esperemos que sea el primero de unos cuantos.
    Y sí, las cosas, incluso las personas, tienen cada uno su color, su olor y su matiz; y lo bonito es descubrirlo.
    Abrazo, amiga, pasa un buen verano, que te empapes de todo lo bueno.

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    1. En cuanto esté te aviso , por la parte que te toca, Mel. Un abrazote de vuelta y los deseos corregidos y aumentados de que pases un estupendísimo verano tú también.

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