Melchor depositó el
cargamento de oro. Miró fijamente a los ojos del Bebé y en un instante todo el
Nuevo Testamento pasó ante sus ojos como por arte de Magia.
De regreso rumiaba
cabizbajo una de las sentencias del Niño. Esa maldita frase le impresionaba
mucho más que todas sus hazañas, los
amigos rarísimos, la cruenta pasión y el sorprendente truco final.
Al llegar a Oriente mandó
construir una aguja gigantesca, que plantó a la entrada de su reino. Desde
entonces sale cada Navidad por el ojo de la aguja- con su camello cargado de lingotes-sin ningún
remordimiento de conciencia.
Este relato ha quedado finalista en el concurso de Wonderland de ràdio 4 esta semana.
Enhorabuena,, Paz. Un placer haberme codeado con todos vosotros esta semana. Saludos.
ResponderEliminarBeatriz Carilla Egido
Enhorabuena a ti también Beatriz, ya he visitado tu relato en tu blog. Un privilegio asomar la nariz por Wonderland alguna vez. Abrazos
ResponderEliminarEnhorabuena de nuevo, Paz. Un relato que tira de la historia, según la biblia y de una parábola de Jesús y logras un micro que perfectamente pudo ser real. Los ricos se las saben todas.
ResponderEliminarEstar ya ahí, entre los finalistas, es todo un logro en Wonderland.
Felicidades, compañera.
Gracias Miguelángel! Un gustazo, si.Me siento como si hubieran venido los reyes a destiempo.
EliminarPues muchísimas enhorabuenas y que disfrutes de tu triunfo!!!. El cuento me gusta, ese como retorcemos las cosas hasta hacerlas a nuestro gusto. Ay Melchor que lo ha conseguido!!!
ResponderEliminarAbrazos,
No hay nada como una buena autojustificación,quien no adapta la realidad a su medida es porque no quiere...o no es un rey.Un adelanto de abrazo fuerte,Mel.
EliminarEnhorabuena. Estar ahí es todo un lujo. Buen micro, entre histórico, de leyenda, fantasioso... Me gustó.
ResponderEliminarUn saludo indio
Mitakuye oyasin
Muchas gracias David! Y bienvenido a mi blog.Creo recordar que eres de Zaragoza y da la casualidad de que ahora estoy aquí.Casualidades literarias y blogueras. Saludos
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