Cuentan
de una marquesa que ,para solucionar el misterio, contrató sucesivamente a un
mayordomo con dedicación exclusiva, a un sabueso de olfato prodigioso y a una
agencia de detectives. Fracasó. La encontraron colgada de su pálido collar de
perlas. No hay ama de casa -si alguna dice lo contrario miente- que conozca el
insondable lugar a donde van a parar las parejas de los calcetines que cada
semana, impares y resignados, acaban en el cesto. Allí esperan, desmayados, el
regreso de sus mellizos que en un momento de descuido se deslizaron por alguna
rendija del tiempo o del espacio a un mundo paralelo.
En su desesperación -y
conociendo el carácter universal del problema - a una ama de casa se le ha
ocurrido la idea de patentar la venta de tríos de calcetines para erradicar la
tristeza que cunde en el cesto y en los pies de su familia. Pero está demasiado
ocupada buscando grietas en los cajones, la lavadora, la ropa de la plancha y
su propia memoria. Una vez miró en la papelera de reciclaje del ordenador,
también al otro lado del espejo. Cada noche espera inútilmente encontrarlos en
sueños. A veces piensa en el lado oculto de la luna.
No pierde la esperanza,
sabe que un día los encontrará. Acompañados de cinco generaciones de
antepasados, un par de enanos de jardín, un continente sumergido, los veranos
de su infancia, la zarina Anastasia y el osito de peluche.
Este microrrelato fue publicado en los Entremeses Literarios del blog El jinete insomne, en mayo del 2011. Las gracias a Guillermo Mayr, a quien le corresponden.Éstas, y unas cuantas más.
Estupendo : ). Dios, algún día alguien descubrirá el misterio, solo espero vivir para escucharlo. Si tuviera que escoger entre saber si hay vida fuera de la Tierra o saber dónde van a parar mis calcetines me decantaría por esto último sin duda.
ResponderEliminarGracias por dejarnos esta chulada, abrazos!
Gracias a ti, Alba, por molestarte en entrar a comentar, y sobre todo por reconocer en públicoque eres una de las afectadas por este misterio insondable.Un abrazo
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