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jueves, 13 de marzo de 2014

A veinte mil leguas de mi casa



                                                                                 Fotografía de Emmanuelle Brisson

Es verdad que últimamente resultaba cada vez más complicado encontrar las llaves. Siempre enredadas en una maraña de monedas, bolígrafos, protectores labiales o envoltorios de caramelos… por pequeño que fuera el bolso. Pero hasta hoy nunca pensé que el gesto previo a abrir una puerta se pudiera convertir en un acto temerario.
Ha ocurrido hace una hora, al regresar del trabajo. Mi mano se ha sumergido, impaciente, en el bolso grande. En su descenso ha atravesado la zona superficial de las libretas y la cartera hinchada de resguardos, ha rozado con el dorso la espiral de la agenda y la caja de tiritas, y al llegar al fondo ha palpado unas cuantas monedas sueltas.
Ha continuado indagando, las llaves no podían estar muy lejos. En las inmediaciones, un ánfora tapizada de poliquetos y un cofre oxidado que servía de refugio a un pulpo. Unos cuantos pececillos se han sorprendido al unísono al escarbar en la cueva del rincón, donde los rugosos corales le han propinado un arañazo en el pulgar.
Tan ensimismada estaba la mano en sus hallazgos abisales, que la tremenda descarga eléctrica le ha pillado desprevenida. Ha emergido disparada hacia la superficie, enredándose por un momento en unas extrañas cintas pardas.
Y aquí estoy yo. Sin aliento. Sentada en el rellano de la escalera. Mirando a mi bolso de reojo y esperando que algún otro miembro de la familia se digne a volver a casa de una vez.


Con este microrrelato he quedado finalista en la convocatoria 7x500 de Cuentos para el andén
                                      http://www.grupoanden.com/14022/73001.html


12 comentarios:

  1. Éste es de aquellos micros que a uno le hubiera gustado escribir ;)

    Saludos cordiales

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  2. Esto si que es un elogio de los buenos, Gabriel! Muchas gracias y bienvenido a las profundidades abisales de mi bolso.Un abrazo

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  3. Sabía que los bolsos de mujer encerraban muchos misterios pero este relato me ha hecho temerlos. Un relato nacido de una gran imaginación.
    Un abrazo.

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    1. El mío lleva dentro un universo completo, con un cepo incluido. A veces no puedo sacar la mano. Gracias por pasarte Josep María, y por el piropo sobre la imaginación.

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  4. Estoy con Gabriel, absolutamente: envidia me da.
    Es un bolso fantástico aunque... de un poco de miedo

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    1. Vaya, me resulta raro ser envidiada. Pero si que os dejo envidiar a mi bolso, es prodigioso, con sus calamares y sus continentes sumergidos él. Gracias Luisa, seguro que tu bolso también es estupendo (sonrisa cómplice) y misterioso. Abrazo

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  5. Jajaja.... Brillante y divertidísimo.

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  6. Miriam!! que nos vamos a conocer en muy breve!! Ganas!! Mis alumnos y mis hijos me recordarán siempre con el brazo metido en mi profundísimo bolso y sacando de todo antes que las llaves. Besos anticipados

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  7. A mí me gustaría tener un bolso así. Episodio divertido y fantástico. Lo mejor: todo lo que nos cuentas con un bolso!
    Besos

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    1. Mei, hay muchas más cosas de las que pueda parecer en cualquier bolso. Mira dentro del tuyo y seguro que encuentras criaturas extraordinarias y restos de otras vidas jaja. Gracias por pasarte!

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  8. Muy imaginativo y bien escrito. Suscribo lo dicho por Gabriel.
    Me alegro de haber encontrado tu rincón Paz, y de haberte conocido.
    Un abrazo.

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  9. Lo mismo digo Yolanda,un gusto haberte conocido.Y bienvenida a mi rincón.

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