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martes, 24 de junio de 2014

Alumbramiento





He vuelto a soñar que estaba embarazada. Esta vez paría a un niño diminuto y delicado como una miniatura de porcelana.
Al principio estaba muy contenta con mi hijito. Me cabía en la palma de la mano. Lo acunaba protegiéndole con el pulgar y el meñique y lo duchaba con la leche que salía por los agujeritos de una regadera de metal antigua. La inclinaba con cuidado para conseguir una lluvia suave, un chirimiri de leche que no arrastrara a la criatura, que no lo disolviera como un terrón de azúcar. El niño, todavía sin fuerzas para llorar, gesticulaba con todo su cuerpecillo y hacía pucheros con las pestañas empapadas y los morritos perlados de burbujas blancas. Después lo secaba y lo depositaba en el hueco que hay entre el colchón y el cabezal de mi cama, sobre un pañuelo de hilo. Y me iba a hacer mis tareas. Pero solo un momento. Enseguida volvía al escondrijo para comprobar si respiraba.
En una de las visitas habían entrado por la ventana dos mariposas de color naranja con inquietantes ocelos negros. Enredadas en plena danza nupcial, copulaban como dos abanicos frenéticos. Para proteger al nene de las corrientes de aire, lo he metido dentro de un dedal y he vuelto a mis obligaciones. Al volver al dormitorio para comprobar si dormía me ha parecido ver los cuartos traseros de una hiena desapareciendo por una esquina del pasillo. No le he dado mayor importancia, parece que el animal habitaba mi sueño con naturalidad. El caso es que el dedal todavía giraba desorientado y vacío en el suelo al entrar en la habitación, y las mariposas se habían convertido en orugas torpes y ciegas que ya empezaban a segregar hilos de seda entre la colcha y la almohada.
Cuando he despertado, la culpa por haber abandonado a mi bebé se me hacía insoportable, todos esos animales continuaban persiguiéndose dentro de mi cabeza, y ni rastro del niño. Me he incorporado un poco, con el cuerpo preñado de imágenes afiladas como colmillos, he respirado hondo y he procedido a dar a luz de nuevo un texto, como hago cada vez que sueño una gestación.
Pujo con decisión y noto cómo por fin se vierten afuera las ideas transformadas en algo diferente. Las contemplo embelesada, las limpio, las desinfecto y las visto con tejidos claros. Junto las palabras, las templo, las ordeno y me pregunto con  arrobo maternal si esta vez sobrevivirá la frágil criatura.


12 comentarios:

  1. Un relato que comienza como un cuento que me ha recordado a Pulgarcito, pero la entrada de esas inquietantes mariposas con ocelos negros, su copulación frenética, la hiena y la desaparición del bebé llenan de un velo de horror el sueño que, al leerlo, logra estremecer al lector. Al principio pensaba que iba a ser algo rosa, pero a medida que leía los símbolos oníricos preñaban de inquietud la lectura. Seguro que sería un sueño que los semiólogos de sueños atribuirían significado sexual, pero yo no soy semiólogo y no tengo ni idea de sueños ni de su posible significación, así que me quedo boquiabierto por la intensidad del relato que he leído.

    Saludos, Paz.

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    1. Joselu , no sé qué dirían exactamente los semiólogos sobre este texto onírico , pero el caso es que me resulta muy curiosa la asociación que establece mi cuerpo entre soñar un embarazo ( y eso que en ese tema yo estoy más que servida, con cuatro hijos) y que a continuación se dispare mi creatividad. Es algo automático. Si hay algún psicólogo en la sala que se pronuncie ahora o que calle para siempre jaja. Es muy halagador que te parezcan potentes las imágenes que describo, pero son reales ( dentro del sueño, claro). Menos mal que puedo sacarlas afuera a través de la escritura y así consigo ordenar un poquito el caos. Un saludo muy agradecido.

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  2. Una pasada de cuento. Me encanta lo que cuentas y cómo lo cuentas. El uso del lenguaje es magnífico. Y cómo conduces al lector de un sitio a otro, sin que éste lo advierta. Mi más sincera enhorabuena (yo sólo suelo comentar cuando algo me gusta muchísimo).
    Un abrazo.

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    1. Jes , si solamente comentas cuando te gusta muchísimo, pues me doy por honradísima con tu presencia. Gracias por pasarte y dejarme desarmada ante tu comentario. Un buen masaje al ego no tiene precio , sobre todo a final de curso.¡ Un abrazote fuerte de vuelta!

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  3. Clap, clap, clap. Cuando estuvimos en Santander y me senté a vuestro lado, le dije a mi marido " estos dos juegan en división de honor" Y cuanto más os leo a ti y a David ....más lo pienso. Inconmensurable.

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  4. Clap, clap, clap. Cuando estuvimos en Santander y me senté a vuestro lado, le dije a mi marido " estos dos juegan en división de honor" Y cuanto más os leo a ti y a David ....más lo pienso. Inconmensurable.

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    1. Bueno, bueno, te has pasado varios pueblos, Arantza. Pero igualmente te agradezco que seas tan exagerada. Me alegra que te guste, si las mamás me entienden en estos temas, yo estoy feliz. Besotes y a ver cuándo nos volvemos a encontrar en algún otro evento microrrelatístico. Besos, besos.

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    2. ¡Camarero! ¡Lo mismo que se tomó ayer la Portabales, por favor! Yo invito esta ronda... ;-) Gracias de todas formas, salá. Y un poquito exagerada, también.

      Besazos, Arantza,

      D.

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  5. Qué lectura de gozada. Y viceversa. Qué imágenes. No lo conocía. Gracias.

    Un abrazo.

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    1. Solo por esto ya me vale la pena desenterrar "cosas antiguas" y sacarlas cansinamente por el escaparate del "feis". Abrazo, Miguelangel de la guarda!

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  6. Intenso e inquietante, me he metido dentro de la historia y he salido felizmente adormilada. Un gran texto, enhorabuena.

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    1. Felices sueños, Yolanda.Y no te fies de las mariposas. Abrazo largo!

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