
Aparezco en el escenario como
quien emerge del fondo de una enorme pecera. Enseguida reconozco el
reconfortante paisaje de telas y madera de pino que me protegen de la
intemperie, y me dispongo a representar la función de cada día.
Admito que en muchas ocasiones salgo
de allí con los párpados hinchados, los pelos de punta y el cuerpo molido. Unas
veces por tratar de librarme de los zarpazos de un tigre. Otras por conducir un
coche al que no le funcionan los frenos, o sintiéndome humillada por mis
compañeras de la infancia. Cuando todo ha terminado me levanto, me abrigo un
poco y me miro al espejo para confirmar que tras ese rostro congestionado estoy
yo. Y respiro aliviada, deseando disfrutar de un merecido nuevo día que me
permita evadirme y recuperarme del peligrosísimo territorio de los sueños.
fotografías de Ada Mandl
Excelente microrrelato, como siempre... Eres la reina de la historia corta.
ResponderEliminarLas fotografías no son mías, son de, Ada Mandl, las hizo en Londres.
Un besazo
¡Gracias! Rectificado,aunque es la misma creatividad en los genes .Besos de vuelta
EliminarMuchísimas gracias por acordarte de mí, Paz, por esa dedicatoria en FB.
ResponderEliminarEn el fondo, todos tenemos algo de Consuelo. Y lo sabemos.
Un abrazo apretao,
PD. Las fotos, geniales, sean de quien sean. Y la canción...
Si es que...lo tuyo es puro teatro. Yo me llamo Paz Consuelo ( en serio). Abrazo
EliminarDa gusto leer tus relatos. Gracias.
ResponderEliminarAh, pues Muchas gracias Anónimo, me pregunto quien serás...
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