Aquel destino
no lo quería nadie. Un pueblo montañés, con gentes duras, cerradas y sin
remilgos. Años de aislamiento propiciaron el crecimiento, entre sus habitantes,
de una costra de recelo ante todo lo que viniera de fuera. Los niños, que
serían sus alumnos, combinaban cuatros apellidos raros y difíciles de
pronunciar procedentes de las familias ancestrales. Todo era simple pero
auténtico. Y ella deseaba, a toda costa, integrarse en ese lugar al que había llegado
huyendo del fragor de la gran ciudad.
En la primera Fiesta Mayor instaló una parada en la que enseñaba a
hacer unas ensaladas alternativas que sacudieron de su sopor de tomate y
lechuga a las amas de casa. En la segunda se animó a maquillar a los escasos
niños, todos primos entre sí, con unos diseños de fantasía que hicieron las
delicias de las madres jóvenes del lugar. En otra ocasión, aprendió durante el
invierno a trabajar el mimbre y ofreció un taller del que los participantes
salieron cada uno con una sonrisa y un cesto. Las clases de teatro que ofrecía
gratis en el local del ayuntamiento y su fama de tener muy buena mano con los chavales
hizo que finalmente la acabaran aceptando como miembro de pleno derecho de
aquella comunidad.
Para la fiesta mayor de este verano se ha lanzado con algo más atrevido.
Lleva semanas memorizando muchos datos, y cree que podrá hacerlo bien. Ha
montado una caseta improvisada, con una estructura de barras de aluminio y unos
velos lánguidos y voladores.
Sentada ante una mesa cubierta con un pañuelo de color lila,
espera a sus consultantes.
Los lugareños pasan de uno en uno y le cuentan sus problemas con las
parejas o los jefes. Las rencillas entre hermanos por las herencias y las disputas
por las lindes de las propiedades entre vecinos afloran desde el pasado, y depositan
allí la última capa de resentimiento. Ella los escucha mientras intenta
recordar el significado de La Papisa o La Rueda de la fortuna para adaptarlo a
la confesión en curso.
Le duele la cabeza después de toda la mañana sentada en esa
banqueta tan incómoda. Apenas ha comido unos frutos secos que llevaba en su
mochila, se le está acabando el agua, y esa falda de zíngara con la que se ha
disfrazado es demasiado gruesa para el calor de este verano. Se está empezando
a arrepentir de su iniciativa.
Pero todos quieren verse reflejados en esa mano de cinco cartas
tan coloridas. Todos quieren sorprender con su propio destino, que en el fondo ya
conocen, a la mujer que siguen considerando una forastera. Las cartas del tarot
de Marsella, que la maestra-reconvertida-en-bruja interpreta con tanta
ceremonia, es la espita de salida para un flujo desbocado de palabras y
emociones que empujaba desde dentro, desde siempre.
Todavía le quedan diez personas en el turno previo a la comida. No
sabe si podrá soportar tanto líquido embalsado que amenaza rotura de cañerías. Toma
un último sorbo de agua medio caliente y, al despedir a esa mujer que le ha
dejado el tapete empapado de una amargura verde y tóxica, la ve. De repente se
da cuenta de que desde el último lugar de la fila la observa, con gesto ceñudo e
inquisidor, la auténtica. La que acaba de inaugurar un centro de terapias
alternativas en el pueblo y que, según dicen, es experta en tarot, quiromancia
y mal de ojo.
Necesitamos creer en algo, cualquier cosa, pero debe estar bien contada, queremos que nos hagan creer.. nadie quiere saber su futuro si no es el protagonista del mismo....
ResponderEliminarCreo que ambas deberían asociarse, parece que hay negocio para las dos :)
Me parece que la experta en este caso no quiere saber nada de una competidora tan popular, pero se lo puedo comentar cuando llegue mi turno en la cola. Gracias again
EliminarHermoso relato de cómo una mujer cambia a las gentes de un pueblo entregándose a ellas. Hoy en El Mundo aparece una noticia de un bibliotecario que ha cambiado la vida de ese pueblo, Soto del Real, con sus actividades de extensión de la lectura de un modo imaginativo y sorprendente. Te dejo la noticia pero no creo que accedas a ella porque es de suscripción, pero al menos verás el titular. UN BIBLIOTECARIO ELEGIDO UNO DE LOS ESPAÑOLES MÁS CREATIVOS POR LA LISTA FORBES.
ResponderEliminarMuchas veces la creatividad se relaciona solamente con el arte, pero creo que ser creativo en la vida es tan o más valioso que crear un producto artístico. Gracias Joselu, por pasarte.
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