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viernes, 27 de febrero de 2015

Biografía no autorizada



Ilustración cedida por Oriol Jolonch. ¡Gracias!

Para conocimiento de la Humanidad y por coherencia literaria, voy a poner las cosas en su sitio de una vez por todas. Y por defender mi honor, qué caramba. Punto por punto y cronológicamente, aunque  ya debería saber todo el mundo que el Tiempo, así, en mayúscula, no existe. Diga lo que diga el primer libro.
Los despropósitos comenzaron con la narración del turbio asunto del jardín y la fruta supuestamente ofrecida por un reptil lenguaraz y sin patas a mi parejita original. Todo muy confuso y muy falso.
Que un arrogante armador aprovechara la temporada de lluvias torrenciales para sacar de los astilleros su barco estrella y ofrecer un crucero para mascotas promiscuas nada tiene que ver Conmigo.
¿Cómo voy a exigirle a nadie que suba a una montaña para sacrificar a su hijo antes de dar ejemplo haciéndolo Yo con el mío propio?
Reconozco que me divertí, ¡y de qué forma!, observando el lío originado en Babel, pero solo pude certificarlo como una consecuencia natural de que los arquitectos se empeñen, desde siempre, en construir edificios tan altos y se vean obligados a importar mano de obra de otros países, así como con el necesario nacimiento de dos nuevas profesiones: la de traductor y la de enlace sindical. Tampoco ha de responsabilizárseme a Mí de todo lo que pase.
Estoy harto de que se me relacione exclusivamente con paisajes bucólicos llenos de rebaños en tierra firme; de ballenas en el mar; y de querubines de sonrosados mofletes en el aire. No tengo palabras para esos ojos furibundos circunscritos en triángulos equiláteros. ¿A qué mamarracho se le ocurriría semejante disparate?
En cuanto a la narración de la vida de mi chico,  menudo muchacho, esos cuatro escritorzuelos no entendieron de la misa la mitad. Degradado a simple prestidigitador galileo por obra y gracia de los muy merluzos. ¡Si es que hasta lo de María Magdalena se les pasó por alto!

Desde aquí denuncio a esa pandilla de amanuenses ignorantes, profetas muertos de hambre y evangelistas hippies, caterva tendenciosa e incapaz de articular una biografía decente, quienes tergiversaron todos los hechos, confundiendo a media Humanidad y provocando guerras y conflictos innecesarios con tal de hacerme la pelota. ¡Los escupiré de mi boca! ¡Cómo han osado escribir de ese modo sobre Mí, el Gran Hacedor, el Único y Supremo Narrador Omnisciente!




Este texto ha sido escrito a cuatro manos con David Vivancos Allepuz, para el recopilatorio 12:24 ( doce temas , 24 microrrelatistas , de Caroline Lepage), con vistas a ser traducidos al francés por un equipo de traductores de la universidad de Poitiers.  En nuestro caso el tema era "escribir una historia en la que el protagonista encuentra el modo de revelarse contra la omnipotencia del narrador omnisciente". No nos estuvimos con chiquitas y apuntamos a todo lo Alto. 



jueves, 19 de febrero de 2015

Pequeños antecedentes penales

                                                                                                                                       Para Marisol 


Mi abuela era toda una señora, pero a veces se comportaba de una manera tan irresponsable que parecía una niña. Le gustaba idear pequeñas transgresiones y disfrutar de la adrenalina que le producía exponerse al peligro de ser descubierta. Mi madre y mi tía heredaron ese carácter de colegialas revoltosas, que se les agudiza en los momentos más solemnes.
Hace poco pasamos una semana de vacaciones en Viena con toda la familia y nos llevamos además a mi madre y a mi tía. Todos, especialmente mis híper responsables hijas adolescentes-que han crecido con la idea sin contrastar de que hay que controlar a los adultos- estuvimos alerta durante todo el viaje para evitar algún desmán de la abuela y su hermana que pudiera suponer la expatriación para toda la familia. Gracias al marcaje de la niñas evitamos con éxito hurtos en las tiendas de souvenirs y volver a casa con los albornoces del hotel, pero- y a pesar de que mi marido se ponía muy nervioso- decidieron ceder en el tema del tranvía. Las dos hermanas se morían de risa cada vez que se colaban en un tranvía. De hecho, compraron un billete válido para setenta y dos horas el primer día, pero decían que cuanto más tarde empezaran a picarlo más tiempo les duraría, y así no tendrían que comprar otro. Mi madre se emocionaba pensando en la respuesta que daría si la pillaban: española, aidonandestén, en voz  muy alta, abriendo los brazos y subiendo las cejas. Lo habían ensayado en el hotel. Lo malo es que ni siquiera empezaron a usar el billete cuando ya solo quedaban tres días, cosa que les produjo una profunda decepción por la pésima gestión del transporte público en semejante país tan civilizado, además de la frustración por no poder poner en práctica su inglés con un “señor agente” rubio y macizo.
No las culpo, habían tenido una buena maestra. Mi abuela había hecho unas cuantas "actuaciones" sonadas durante la educación de sus hijas y nietas, que ya formaban parte de la mitología familiar. La que más me impresionó-porque la viví en primera persona- fue aquella vez que me acompañó a comprar un bikini cuando yo tendría unos dieciocho años. Me debatía entre tres de ellos. Al final me conformé con el más barato, pero me gustaba. Estaba muy contenta con la compra y no veía el momento de estrenarlo.
En cuanto llegamos a su casa me sonrió con sus ojillos traviesos y me dijo: tengo unas cositas para ti. Abrió su bolso y me entregó los otros dos bikinis, los más caros. Cuando vio mi cara de espanto y sorpresa me dijo: No te preocupes nena, que es El Corte Inglés. ¡No hemos hecho mal a nadie!  






domingo, 15 de febrero de 2015

Más allá

                                                         Yo estoy intentando ver a mi madre. Debo empezar ahora a aprender a mirar
                       Mary Gordon



   Cuando menos me lo espero mi madre me habla desde el más allá. Nunca de metafísica, de religión o de universos paralelos. Nada de psicofonías, ni de vaporosas voces de ultratumba. Con su castellano transparente y su acento aragonés me dice cosas como: “Se dejan cocer a fuego lento hasta que estén en su punto”, o: “Resultan muy buenos con un flan de arroz blanco al lado , y sirve de plato único pues la salsa de los calamares le da mucho sabor al arroz”.
    Sus palabras flexibles y disciplinadas, sin una sola falta de ortografía,  avanzan por las hojas de anillas que cada tanto me enviaba en un sobre con sus recetas favoritas, para que las fuera añadiendo a la libreta que me regaló.
     Muchas veces me sorprendo a mí misma queriendo llamarla para preguntarle algún detalle, sobre todo de los platos de pescado y de algunos postres.
     Hoy voy a seguir paso por paso las instrucciones que me dicta para cocinar los calamares guisados, así comprobaremos en familia que ese “¡Están buenísimos!” que escribió al final es la mejor descripción para este divino y contundente plato único.




Con este microrrelato he quedado finalista del mes de Enero en el concurso de La Microbiblioteca, junto a Asun Gárate, Anna Jorba, Pedro Herrero y Mónica María Brasca. Enhorabuena a tod@s. 
Yo estoy muy contenta de que haya sido precisamente este texto el seleccionado para ser incluido en el libro. Me ha parecido ver una sonrisa como la del gato de Chesire por ahí arriba. 
Además ha sido leído en una emisora mexicana, en el minuto 21 de éste programa.

                                                       El  libro de la microbiblioteca




martes, 10 de febrero de 2015

Celos

Georgia O¨Keeffe

Desde que sabe que va a ser mamá no puede dormir. Un estado constante de alerta la tiene paralizada. Entre sus membranas más profundas reverbera un eco, como si alojara un diapasón en su interior. La imagen de una hembra parasitada por algo semejante a una larva le obsesiona como una pesadilla. En su duermevela imagina un gigantesco útero lleno de líquidos amarillos y placentas rosadas, de capilares de ida y vuelta, de movimientos primordiales. Puede ver a su hijo flotando en flujos turbulentos, moviéndose a cámara lenta como un pequeño astronauta ciego, germinando como un brote. Está  furiosa. Nadie le advirtió. Teme que el embrión pueda percibirlo. Trata de calmarse, pero le resulta muy difícil soportar la certeza de que jamás podrá transmitir esa ingrávida placidez a su hijo, que será incapaz de disfrutar de la plenitud de lo esférico, que no podrá cantarle nanas antes de nacer. Demasiado tiempo seca-piensa- demasiada ansiedad por conseguir lo que en otras es natural ha vuelto su sangre amarga, y  más oscura. ¿Qué le queda? Sólo esperar la salida.
No hace ni dos meses que tomó la decisión, y ya se está arrepintiendo de haberse decantado por una maldita madre de alquiler.



Este relato participa en la primera  convocatoria del 2015 de Esta noche te cuento en la que el reto era incluir uno de los versos de este poema de Santa Teresa en el texto. Aquí     
                                                             
                                                          ¡Ay, qué larga es esta vida!

                                                           ¡Qué duros estos destierros,

                                                            esta cárcel, estos hierros

                                                            en que el alma está metida!

                                                            Sólo esperar la salida

                                                            me causa dolor tan fiero,

                                                            que muero porque no muero.


domingo, 1 de febrero de 2015

La carta



Que llevara siete sellos le pareció excesivo. Preocupante. Los despegó uno a uno con mucho tiento y abrió la carta certificada.
Un ejército de falsos profetas, tronos, plagas, cuernos, copas y números salieron en estampida y llenaron la habitación. Cuando por fin cesó el sonido de las trompetas las multitudes se retiraron a las esquinas y debajo de los muebles. Sacó el documento del interior del sobre con pulso indeciso.
En el mismo instante en que la temida notificación de desahucio entró en contacto con la atmósfera, las estrellas cayeron y el sol se oscureció, escenificando así su particular Apocalipsis


Todavía se puede ver la exposición Materiales inanimados en Diarium ( Barberá del Vallés) en la que Juan Muñoz , con sus fotografías de objetos, ha ilustrado los textos de quince microrrelatistas.